En Acapulco vivió un momento burbujeante, lleno de euforia y felicidad. Para celebrarlo, Néstor Almanza se dio impulso con una carrera corta y dio un salto mortal sobre el tapiz. Instantes atrás, había conseguido su boleto a París 2024.
Almanza, figura de la lucha grecorromana, compite en la categoría de -67 kilos y tiene solo 21 años. Es hasta ahora el chileno más joven clasificado a los próximos Juegos Olímpicos. Se siente pleno, aunque le es inevitable recordar la incertidumbre que atravesó.
"Es un logro grande, no todo el mundo tiene la posibilidad de llegar a competir en unos Juegos Olímpicos, mucho menos a tan corta edad. Estoy súper orgulloso de mí mismo. Antes pensaba: ¿tendré tiempo de clasificar? Llevaba tiempo acá, estaba entrenando e iba a competir por Chile, pero para competir en Juegos tenía que estar nacionalizado. Entonces, al no estarlo, no sabía si tenía tiempo de poder pelear por ese sueño", le comenta a Emol.
"Tito", como le dicen desde que era chico, nació en Cuba. Es hijo de Milagros y de Néstor, un luchador que fue cuarto en los Olímpicos de Barcelona 1992 y campeón del mundo en 1993.
Crédito: Instagram Néstor Almanza (@nestorevian67)
"Desde chico en Cuba mi papá me llevaba el centro de entrenamiento donde él daba clases. Yo veía a los chicos luchar, el sudor, tú sabes, ese ambiente de competitividad, eso me gustaba. Ahí partí, quería ser como mi papá. Recuerdo que los mayores, la gente del equipo nacional, se ponían a luchar conmigo, forcejeaba con ellos. Mi papá me enseñaba lo básico, me metía al colchón, daba volteretas", afirma.
Los padres de "Tito" se separaron. Él se quedó viviendo en La Habana y su papá llegó a Chile en mayo de 2013 para trabajar en la Federación como head coach de la selección nacional.
El contacto entre ambos se mantenía pese a la distancia, aunque se veían poco. En vacaciones o por algún viaje de trabajo. Para el niño su progenitor era el "ejemplo a seguir", su "punto fijo".
"Tito" se siguió destacando en la isla, ganando campeonatos. Cuatro años atrás tomó la decisión de venir a Chile. Fue una movida arriesgada. Cuba es una potencia en la lucha olímpica, pero su padre le dijo que acá tenía futuro y él confío.
"Me vine a Chile porque siempre soñé y me hacía falta estar con mi papá. Estuvimos mucho tiempo, tú sabes, separados. Yo quería estar con él en el proceso, que me enseñara, aprender de él, quería llenarme de todo su conocimiento. Mi mamá obviamente estaba triste, pero a la vez contenta. Me dijo: 'Mamá siempre va a querer lo mejor para ti mi niño, haga las cosas bien, tienes un futuro brillante por delante si eres disciplinado y constante'", expresa.
El dolor de la lejanía y una meta ambiciosa
El inicio en Santiago fue difícil. "Tito" se alojó en la casa de la presidenta del club de lucha Spartacus y al poco tiempo llegó una mala noticia desde Cuba: su abuela había muerto.
Era la época más severa de la pandemia y estaba en un país que le era desconocido. Pasaba encerrado la mayor del tiempo, no siempre podía entrenar, mantenía la motivación hablando por videollamada con su familia.
Él suele competir relajado. Sin embargo, asegura que nunca sintió tanta presión como en julio de 2022. Fue a un Panamericano Juvenil, su primera competencia con los colores de Chile. Recuerda que todo el mundo le preguntaba si era el hijo de Néstor Almanza. "Ese apellido pesa mucho", menciona. Pero controló los nervios, dio el golpe a la cátedra y se quedó con el oro.
Las cosas paulatinamente fueron mejorando. Ese mismo año recibió la nacionalización por gracia y fue puliendo sus habilidades junto a su padre.
"Es un entrenador súper correcto. Quiere que todo salga a la perfección. Exige mucho, más cuando sabe que uno lo puede hacer mejor, siempre está arriba de uno, eso igual me gusta, me motiva. Se siente muy bien realmente. Es algo lindo. Siempre estamos hablando de lucha. Me muestra videos. Me dice: 'Mira lo que hizo acá'. Yo de repente estoy viendo un video y le digo: 'Papá, mira, ¿qué tú crees, podemos hacer algo así?. Compartir ese mismo sentimiento es impresionante", manifiesta.
A Almanza le gusta la moda. Lleva el pelo corto en los costados, usa jockey, en su oreja luce un aro brillante y en la muñeca izquierda un llamativo reloj. "Hay que estar acicalado siempre", dice entre risas. En sus tiempos libres disfruta bailar, escucha reparto cubano, dembow, bachata, salsa, reguetón.
Su carácter jovial a veces enmascara sus penas. Ha sido duro para él estar lejos de sus seres queridos. Tras el viaje a Chile, estuvo tres años sin poder verlos.
"Cuando fui, vi todo distinto. Cuando vi a mi familia lloré, fue demasiado emocionante. Mi mamá me dice 'Tito qué grande, qué lindo, me gusta verte así, contento, logrando tus objetivos'. Es doloroso estar lejos de ellos. Ahora mi hermana está haciendo esa travesía que están haciendo muchos cubanos de cruzar para Estados Unidos. Ojalá y todo salga bien. Estar lejos de ellos es duro. Obviamente me hubiese gustado que estuvieran acá conmigo, sentirlos cerca, pero bueno. Así es la vida, a veces toca sacrificarte", declara.
Ahora toda su energía está enfocada en el desafío más grande de su carrera. Para preparase para los Olímpicos hará un concentrado en Cuba, luego irá al Panamericano Sub 23 de Colombia y después volará a Europa.
Serán sus primeros Juegos, pero apunta alto. "Yo tengo la esperanza, yo quiero sacar esa medalla olímpica. Yo creo que este es el momento, cuando uno es joven tiene la fuerza, tiene todo, tiene el calibre que hace falta para romperla y sacarla del estadio. Pienso que este es mi momento. cuando visualizo toda mi carrera tengo muchos objetivos. Quiero ganarlo todo. Juegos Sudamericanos, Bolivarianos, Panamericanos. Ser algún día medallista mundial, campeón mundial. Los Juegos Olímpicos", cierra.