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Agustín Covarrubias, el jinete chileno que competirá por primera vez en unos Juegos Olímpicos

En algún momento pensó en dejar el deporte.

04 de Agosto de 2024 | 15:07 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Photosport
Dice que más feliz no puede estar. Agustín Covarrubias actualmente se encuentra en París rodeado por sus seres queridos. Con 41 años, está a solo horas de hacer su debut en unos Juegos Olímpicos.

Junto a su caballo "Nelson du Petit Vivier" competirá en la prueba de salto individual. Logró el cupo país en los pasados Juegos Panamericanos y luego ganó el selectivo para timbrar su boleto.


Covarrubias echa a rodar su memoria y rememora todo lo vivido. La pasión por los caballos se la transmitió su papá.

"Recuerdo que tuve la suerte de tener caballos en la casa. Vivíamos en Calera de Tango, de repente hacía la cimarra y me quedaba entrenando. Lo pasaba bien. Llegaba del colegio directo a los caballos. Me encantaba, no podía ser más feliz, aunque al principio me daba un poco de miedo. Empecé de a poquito. No es como manejar una moto, es un ser vivo, vas arriba de él y tienes que darle las indicaciones. Yo no entendía cómo era el panorama. Mi papá me dejaba andando a caballo, media hora que anduviera. Me entretenía con eso y no aspiraba a saltar ni mucho menos. El primer caballo que monté era de mi papá, ya estaba viejito y me lo prestaba para dar vueltas", le cuenta a Emol.


Al principio, todo era un juego. Pero poco a poco se dio cuenta que quería dedicar su vida a la equitación.

Cuando terminó el colegio, tomó una decisión. Se fue a Francia a cuidar caballos. Una aventura adolescente, no manejaba ni el idioma. Estuvo alrededor de diez meses por allá.

"En ese tiempo no había whatsapp, no había nada. Fui a la vida. Fue una buena experiencia, aunque echaba mucho de menos, fue en el año 2000, era complicado comunicarme. Tenía una tarjeta que me regaló mi papá para llamar una vez a la semana. Me fui, mi francés era un desastre, pero aprendí", declara.

Luego de ese viaje, comenzó a competir en los circuitos internacionales de mayor prestigio. Se radicó en Holanda y actualmente vive en México.

El caballo con que clasificó a París lo compró junto a su esposa y un amigo en común. Uno de los mayores problemas que enfrenta en su deporte son los costos.

"Los caballos son muy caros, cada vez más caros, una locura. Hay que ser muy ordenado con el tema de las platas, obviamente no soy Bill Gates. Voy a competir y gano premios, cobro por hacer clases y acompañar a competir a mis alumnos, con eso me mantengo", apunta.

Covarrubias tiene varias medallas internacionales en su palmarés. Ahora está en el pináculo de su carrera. Sin embargo, no olvida los momentos difíciles.


"Creo que lo más difícil que he vivido es la muerte de dos caballos que tuve. Uno que se tuvo que sacrificar en Chile porque traía una infección, no recuerdo bien, el SAG lo tuvo que sacrificar. Lo encontré una injusticia máxima, es terrible. Eso me dolió mucho. Después tuvimos un accidente en Alemania, nos dimos vuelta en el camión camino a una competencia. Se murió uno de los mejores caballos que he tenido, un partner. Estuvo años conmigo compitiendo por todo el mundo, era muy importante", comenta.

El jinete menciona que fue un accidente muy grande, recuerda que llegaron los bomberos. El caballo fue cremado, él se quedó con las cenizas y con un pequeño mechón de pelo.

Ha pasado bastante tiempo desde eso, pero para Covarrubias se dio una coincidencia maravillosa.

"Yo creo mucho en las energías. Dije 'en algún momento voy a encontrar el lugar exacto donde dejarlo ir'. Justo con mi familia fuimos a Versalles. Yo no tenía idea que los Juegos Olímpicos iban a ser ahí. Fui a caminar por el parque y dije 'este es el lugar'. Solté las cenizas de él ahí. Tiempo después supe que los Olímpicos iban a ser en París. Me dio una ayudita, me imagino, no sé", asevera.

El equitador reconoce que después de la muerte de ese caballo pensó en dejar el deporte. Se le juntaron varios problemas.

Pero es muy apegado a su familia, a sus amigos. Ellos lo arroparon y fueron clave en ese momento.

"Cuando se murió el segundo caballo, yo dije 'no monto más, se acabó esto'. Fueron varias cosas juntas. Vino el Panamericano de Lima. Para mí, yo era una carta fija y no fui. Se me venían juntando muchas cosas, como mala onda. Hablé con mi familia, les dije que no quería más. Ellos me convencieron de que este era mi talento, era mi pasión, que siguiera adelante. Tuvieron razón, por suerte", apunta.

Su otra pasión


Cuando era chico, Covarrubias combinaba dos deportes. La equitación y el fútbol.

"Cucho" dice que ya no juega a la pelota por temor a una lesión, pero la pasión sigue ahí.


"Jugué harto fútbol. Me repartía entre los caballos y el fútbol. Mi papá me llevaba a una liga en Calera de Tango. Jugaba ahí, en el colegio jugué harto, cuando tenía 12 o 13 años me metí a una escuela de fútbol de la Católica en Santa Rosa de Las Condes. Estuve harto tiempo", comenta.

¿El equipo de sus amores? La Universidad Católica.

"Fanático del fútbol y de la Católica desde chiquitito. Cuando estoy en Chile voy al estadio, cuando no, desde donde estoy los veo. Aunque fuese a las dos de la mañana me despertaba para los partidos. No dejo de seguirlo acá. De los jugadores que he visto en la Católica, los mejores son 'Pipo' Gorosito y el 'Beto' Acosta, Fabián Vásquez. El fútbol chileno en ese momento era otro. Y ahora Fernando Zampedri, toda la vida", cierra.

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