En el fútbol no hay nada más importante que el gol y en Chile Juvenal Vargas devoró redes por años. Hace mucho que se retiró, pero puede presumir de ser el goleador histórico de O'Higgins de Rancagua con 120 goles en 12 temporadas.
Cuenta que partió de volante y lo pusieron de delantero por su facilidad para convertir. No era tan alto, pero iba bien por arriba. Sus mejores socios fueron Miguel Ángel Neira y Sergio "El Negro" Ahumada.
"Yo era un centrodelantero neto, como los antiguos. Esto de tener dos punteros abiertos y tener centros. Gran parte de los goles que hice, no solo en O'Higgins, fueron de cabeza", le dice a Emol.
A Vargas le decían "Huaso" y se curtió jugando en los potreros. Es de un pueblo llamado Los Lirios y desde allí lo llevaron a O'Higgins con 16 años. Alcanzó a jugar unos meses en series menores y luego lo subieron rápido al primer equipo. Debutó en Primera con 17.
Cree que el paso por el barrio lo marcó. Le entregó mañas, picardía e ingenio.
"Yo he visto hartas declaraciones de jugadores como el argentino Pablo Aimar. Dice mucho que a los jugadores actuales les falta el barrio, tratar de encarar, ahora los entrenadores se preocupan más de lo táctico, te quitan eso que tienes como niño, de ser pichanguero, de tratar de pasar jugadores, se ve muy poco. A mí el barrio me ayudó", declara.
Vargas no demoró en destacar en O'Higgins. Recuerda que en 1975 Orlando Aravena lo llevó al Sudamericano Sub 20 de Lima. En ese torneo Chile estuvo a punto de ser campeón, pero perdió por penales el partido definitorio con Uruguay.
Vargas continuó destacando en su club. Un punto clave en su carrera fue trabajar con Luis Santibáñez. "Locutín" hizo campañas inolvidables en el conjunto celeste.
"Cuando llegó a O´Higgins trajo 14 o 16 jugadores, él pensaba que a los dos años íbamos a dar frutos, pero felizmente logramos entrar bien en la onda de lo que quería. Don 'Lucho' era un entrenador muy motivador, muy amigo de los jugadores. Siempre te estaba hablando, siempre te estaba ayudando fuera de la cancha", comenta.
En 1978 el "Huaso" hizo un gol histórico. En la liguilla de Copa Libertadores O'Higgins enfrentó a Unión Española, se jugaban los descuentos y el equipo de Rancagua se estaba quedando fuera. Hasta la familia de Vargas se había ido del estadio. Pero el artillero anotó en los descuentos y gracias a ese tanto los celestes por primera vez clasificaron al torneo de clubes más importante del continente.
Ese no es su único recuerdo bonito en la Libertadores. En 1980 llegó a semifinales con el "Capo de Provincia".
Vargas hacía goles de todos los colores por esos años. Santibáñez, que había dejado O'Higgins para irse a la selección, lo incluyó en la prenómina para el Mundial de España. Sin embargo, una lesión dinamitó el sueño.
"Un desgarro me marginó de la selección y no pude ir a un Mundial. La lesión fue grave, no me pude recuperar nunca", expresa el ex futbolista.
En 1983 Vargas llegó a la Universidad Católica. Compartió con figuras como René Valenzuela o Jorge Aravena y ganó títulos. Una Copa Polla Gol, una Copa República y un Campeonato Nacional.
En su época le tocó enfrentar a defensores ásperos, con árbitros que dejaban jugar mucho. Lo sintió en su carne.
"Te pegaban combos, te pegaban rodillazos. Eran verdaderas carnicerías de repente. Una vez nos tocó jugar con Nacional en Montevideo y fue prácticamente una guerra de patadas. No había VAR y poca televisión. Te pegaban mucho. A mí me pegaron un codazo y me soltaron cuatro dientes, me partieron una ceja también. Uno de los defensores más difíciles era Leonel Herrera, era cosa seria. Era un chacal dentro del área. Igual que Raúl Ángulo. Jugadores muy fuertes, golpeaban mucho", relata.
También dedica palabras a Elías Figueroa, le tocó enfrentarlo y lo tuvo de compañero en la selección.
"A pesar de que Arturo Vidal tiene muchos logros, yo me sigo quedando con Elías. Era un patrón, un señor del fútbol y del área. El que entraba al área era muy difícil con él. Era un maestro, sobre todo para nosotros que éramos jóvenes. Nos enseñó mucho. Nos hablaba mucho. El de atrás siempre nos gritaba, nos estaba ayudando. Como persona además extraordinariamente buena", apunta.
Después de salir de Católica, Vargas fue a Fernández Vial, regresó a O'Higgins y finalmente se retiró en Colchagua en los primeros años de la década del noventa.
Tras dejar la actividad, no quiso seguir vinculado al fútbol profesional. Hoy vive una vida tranquila en la sexta región.
"Yo me retiré del fútbol y me puse a trabajar en INACAP y trabajé 22 años como profesor de fútbol, formando selecciones y participando en campeonatos. Tengo cuatro hijas, todas profesionales, tengo un buen pasar. Tengo una empresa de buses que acarreamos gente a los campos. Trabajo un rato en la mañana y un rato en la tarde. Yo manejo. Nunca pensé en volver al fútbol profesional. Hay que tener vocación y no la tuve, yo no quise volver porque el fútbol tiene algunas cosas manejadas por árbitros o las dirigencias que a mí no me gustaron mucho", cierra.