"Yo siento que Chile está en diferentes lugares del disco, porque formó parte de mis inspiraciones", cuenta la artista, quien dejó en la selección final dos temas compuestos en Osorno.
Sergio Alfonso López
SANTIAGO.- Para enero de 2013, la cantante Natalia Lafourcade ya anotaba diversos acercamientos con la escena de nuestro país, además de una primera visita hacía exactos diez años, cuando llegó con la pesada mochila de "revelación del pop mexicano".
Sin embargo, el viaje que entonces emprendía fue distinto a todos los anteriores: Fue aquél en que se reencontró con sus hermanas, hijas de su padre chileno, y en que se familiarizó con los lazos que la unen a esta tierra desde los genes. El periplo incluyó una estadía en Osorno, en la parcela de una de sus hermanas, y los frutos que esa aventura rindió llegaron más allá de lo familiar. Allí surgieron "No más llorar" y "Estoy lista", dos de los doce temas que quedaron impresos en su flamante álbum Hasta la raíz, que recientemente vino a promocionar.
"Yo siento que Chile está en diferentes lugares del disco, porque formó parte de mis inspiraciones. Me conecté mucho a la música de Violeta Parra de nuevo, que siempre la había escuchado por mi papá", cuenta.
"Es que yo soy mitad chilena", agrega luego, recordando que ese periplo al sur local "fue muy bonito", pese a que aterrizó con una herida viva: Un quiebre amoroso que la marcó hasta lo más profundo, y que se transformó en el eje central de un disco al que califica como "el más visceral, desnudo y abierto" que haya hecho.
"No sé si vuelva a hacer un disco así. Ni yo misma me daba cuenta de lo tan personal que estaba siendo", recuerda sobre un proceso que sumó dos años y medio, en los cuales dio vida a una treintena de canciones, marcadas "por el amor y el desamor".
"Conforme lo iba componiendo iba sanándome, reencontrándome, reconstruyéndome. A través de este proceso te vas encontrando con muchas otras cosas, descubres qué quieres, para dónde vas, qué sigue, cuál es tu misión. Creo que este disco tiene esa búsqueda, ese momento de reencuentro, y esa despedida de algo que amas, pero con lo cual ya no puedes estar", cuenta.
Y en ese proceso, las composiciones chilenas dejan su marca. Porque si en las que abren el álbum fluye el desgarro, en las que compuso en Osorno y que ubicó al final lo que comparte es un afán de cicatrizar y seguir adelante. "Un día me levanté con esta cosa de 'bueno ya, no hay nada que hacer, es la hora de darme aliento, de hacer algo conmigo'. Y escribí 'No más llorar', que la puse como cierre para dar esta sensación de ciclo, de comienzo y fin".
De este modo, es claro como la "raíz" a la que alude el título apunta al viaje interior, a la mirada a lo profundo, así como al origen y la genealogía que quedará en la trastienda de este trabajo. Sin embargo, la escucha también da cuenta de que el término puede aludir además a otro brote originario: La música folclórica.
"Es un disco que muestra el despertar de esa inquietud. Primero de conectar conmigo, y después de conectar con el lugar de donde vengo, con México, mi tierra, mi gente. Y luego, con Latinoamérica", sentencia. Y aunque cortes como el que da título al disco evidencian ese sello, Lafourcade asegura que buscó dejar al folclor como otra de las fuentes que la inspiraron. "Al final yo sabía que quería hacer un disco de pop, una mezcla (...). Es un disco de pop, pero que sí se conecta con las emociones".