"Cuando era joven realmente me sentía solo en el mundo de la música clásica", recuerda Rieu, quien decidió que sus conciertos debían suprimir los aires de seriedad y llenarse de color.
Cristián Soto Q.
SANTIAGO.- Entre ensayos, giras y diversas actividades que copan la agenda de André Rieu, los momentos para revisar archivos y gastar algo de tiempo en internet, definitivamente no abundan. Sin embargo, entre los links que de vez en cuando visita figura uno que tiene que ver con Chile: Los videos que sus seguidores locales han subido a YouTube, con el registro de
los conciertos que aquí ofreció en 2013.
"Fue realmente fantástico, tengo un gran recuerdo del momento genial que vivimos. Los chilenos son muy apasionados y cálidos, así es que espero que tengamos nuevamente unas noches cargadas de diversión, romance y música juntos", dice a Emol el violinista holandés.
Una mirada futura que tiene relación con el hito que arranca esta noche, cuando el músico y su Orquesta Johann Strauss ofrezcan el primero de
cuatro shows en Movistar Arena, inusual registro que se suma al logrado hace dos años, con igual número de shows. Por lo mismo, tras su arribo al país este miércoles el recinto entregó una distinción especial a Rieu.
"La gente de Chile ha abierto su corazón para nosotros, y nosotros abriremos el nuestro para ellos", proyecta el música de cara a esta nueva ocasión, que tal como la anterior —cuando interpretó "Chiu Chiu" con el Orfeón de Carabineros— podría contar con piezas locales. "Me encanta hacer algún homenaje muy especial en cada país al que vamos. Y el de ustedes tiene melodías especialmente bellas", afirma.
Sobre el resto del programa, prefiere mantener las expectativas, aunque adelanta que nuevamente acudirá al balance entre piezas populares y escogidas del repertorio clásico. Su estrategia de elección es sencilla: "Sólo interpreto música que me toca el corazón. No es una decisión racional, es puramente emocional. Puedo escuchar una pieza y sé de inmediato si quiero tocarla o incluirla en mi programa, no importa si es clásica, de pop, folk, world music o de alguna película. Todo depende de las melodías y las armonías. Todo tiene que ver con la emoción".
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Sus conciertos además tienen mucho humor, incluso pequeñas situaciones cómicas ajenas a la música. ¿Qué lo motiva a incluir eso?-Como estudiante, toqué en la orquesta sinfónica de mi padre, la Limburg Sinfonie Orkest. En ese tiempo, cuando era joven, realmente me sentía solo en el mundo de la música clásica. Todo el mundo vestía de negro. Todos serios, sólo haciendo su trabajo, no parecían disfrutar en absoluto, ni apreciar esa hermosa música. Entonces pensé "¿por qué no poner más color, más alegría, más amor y humor al mundo de la música clásica?". Me encanta interactuar con mi audiencia, y es fantástico verlos pararse y bailar, escucharlos reír y sentir su alegría. Veo todo cuando estoy en el escenario, miro a la gente a los ojos... ¡Así es que tengan cuidado! ¡Jaja!
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A usted se atribuye el haber llevado la música clásica a un público popular, más allá de la elite. ¿Cree que efectivamente ha cumplido esa labor?-Nunca planeé hacer eso, nunca fue la razón por la que elegí hacer música de la manera en que la hago. Pero si fui capaz de hacer que algunos se interesaran en la música clásica a través de mis conciertos, y si eso abrió un nuevo mundo para ellos, por supuesto que eso me pone muy feliz y orgulloso. Pero no estoy pendiente de los efectos. Sólo quiero que la gente se vaya a casa feliz.