André Rieu se luce nuevamente en el Movistar Arena.
Cristián Soto, El Mercurio
SANTIAGO.- "Nosotros vinimos de Holanda y llegamos a tiempo", le dice André Rieu desde el escenario a la segunda camada de retrasados que ingresó a Movistar Arena, ya con el concierto en plena marcha, y desatando las risas entre los demás presentes. Y claro, porque la importancia que otorga a la puntualidad es algo que el violinista dejó muy en claro en el arranque de su segunda visita a Chile, asomándose a las 20:57 en el fondo del recinto, para alistar su acostumbrada entrada entre el público.
El problema es que, por ello, debió quedarse tres minutos parado en ese lugar, esperando que el reloj marcara las 21:00 horas, momento agendado para el inicio del concierto. Los segundos corrían entre la sorpresa y la confusión de la audiencia, tanto que uno incluso se atrevió a preguntar a viva voz "¿Don André, va a tocar Carmen?".
Pero esa descoordinación, además de la puntualidad extrema del holandés, anticipó también otra cosa: La familiaridad con que se desarrollaría esta velada, primera de cuatro consecutivas que hasta el domingo Rieu ofrecerá en el recinto de Parque O'Higgins, tal como ocurriera en 2013.
Una familiaridad expresada también en el trato de tú a tú que el protagonista establece con la audiencia, y que abre la puerta al mayor riesgo que la presentación tiene: El de su verborrea extrema. Tanto así que a las 21:15 habían sonado sólo dos piezas, mientras que el resto del tiempo había sido invertido en largas peroratas acerca de las nacionalidades de sus músicos, lo bueno que es el público chileno, y hasta sobajeos de lomo apelando a Colo Colo y la U. Todo con traducción simultánea in situ de Andrea Tessa.
Pero lo bueno, en este caso, es que éste no es un show para público general, sino para seguidores fieles de Rieu y su Johann Strauss Orchestra, para quienes las largas introducciones del violinista merecen tanto la pena como sus interpretaciones.
Así, se da también la dinámica que ha hecho del holandés un ejemplar único entre quienes recrean el repertorio clásico en el mundo, tan amado como odiado: La activa participación del público, que tiene su primera muestra en "Volare", recreada junto a tres tenores que se quedarán también para el clásico "Nessum Dorma", de Giacomo Puccini.
En ambas queda en claro que el nivel de esos solistas está sólo en el promedio de lo que suele escucharse en un mundo que pone a la excelencia como la vara a medir, lo que afortunadamente no ocurre con las sopranos (entre ellas la chilena Laura Engel), capaces de conmover en sus turnos con "Bésame mucho" y "La viuda alegre", entre otras piezas.
Pero el fuerte del repertorio, tal como en ocasiones anteriores, sigue estando en valses y marchas, dos de los estilos favoritos de Rieu, y que en el epílogo incluso motivan a parte del público a abandonar sus asientos y bailar en los pasillos. En ese momento de la velada, además, llegó el otro recurso infalible del holandés: El guiño al público local, esta vez de la mano de "El cóndor pasa" y la visita, una vez más, del Orfeón de Carabineros, junto a quienes cerró con "Chiu Chiu" y "Cielito lindo".
Cerca de once mil personas presenciaron esta noche el show del holandés, y se espera que volúmenes similares de público lleguen a Movistar Arena hasta el domingo, en conciertos para los que aún quedan entradas disponibles a través de Puntoticket.