"Una parte de mi vida vuelve adonde había empezado, porque muchas cosas en mi vida empezaron con la literatura latinoamericana", dice Chambert, dando cuenta de sus motivaciones paar asumir el desafío en el Municipal.
Cristián Carvallo
SANTIAGO.- Vive actualmente en Toulouse, donde está a la cabeza del prestigioso Teatro del Capitolio (considerado el segundo más importante de Francia), pero desde el próximo año cambiará no sólo de país, sino también de recinto bajo su mando.
Frédéric Chambert, francés licenciado en Letras, Filología, Filosofía y Ciencias Políticas,
será desde 2016 director del Teatro Municipal de Santiago, en reemplazo de Andrés Rodríguez, quien completará 35 años en el cargo.
"Estoy tratando de entender cómo funciona esta casa en este momento, porque cada ópera tiene su cultura, sus hábitos, su modo de funcionar", dice el director anunciado el miércoles en su nuevo cargo, que asumirá plenamente en julio del próximo año.
A partir de entonces, iniciará una gestión que, asegura, tendrá tres ejes centrales: "Primero, mantener el nivel, lo que no es fácil. Que se sigan dando óperas y ballets de primer rango. El segundo desafío es abrir el teatro a la ciudad, la comunidad, los barrios, y desarrollarlo a nivel nacional. El Teatro tiene que presentarse como un recurso del país, salir de Santiago y estar presente de sur a norte, a través de talleres, espectáculos, giras".
"Y el tercer punto es desarrollar todo lo que se refiere a formación técnica y artística. El Municipal tiene un papel que jugar en la formación profesional de los artistas chilenos, pero también de los técnicos. Se están abriendo teatros, y en Chile carecemos de profesionales bien formados, entonces se importan. Con el 'saber hacer' disponible en el Municipal, se puede hacer algo. Entonces tengo sueños, como hacer una especie de academia", agrega.
Pero tampoco será una gestión totalmente reformadora, ya que, a juicio de Chambert, el Municipal es simplemente el mejor teatro de Latinoamérica. Así de rotundo. "Eso lo reconocen todos los artistas. Basta con ver quiénes han dirigido la orquesta, los cantantes que vienen, figuras de rango mundial. Eso es así desde hace años, y los cuerpos estables son realmente estables, profesionales. Los talleres trabajan muy bien", enumera.
Ésa fue una de las motivaciones que tuvo para postular al cargo, mientras que otras se inscriben en un plano más personal: "Yo tengo un interés desde hace años por Latinoamérica y por Chile, por la literatura latinoamericana, he leído mucho a los poetas chilenos. Ésta era una manera de no dejar pasar más tiempo, a los 55 años. Una parte de mi vida vuelve adonde había empezado, porque muchas cosas en mi vida empezaron con la literatura latinoamericana".
Además, asegura que el momento para trabajar en cultura en Chile es "apasionante", en contraposición con lo que sucede en su región de origen. "Desde que llegué siento en este país un gran deseo y cierto optimismo, que es algo de lo que Europa está careciendo en este momento. No sé si es efecto de la llamada crisis. Pero aquí la gente sí tiene ambiciones, ganas de experimentar, de avanzar, y eso es muy interesante".
El factor pop
Aún fresca en la memoria está la pequeña polémica que en parte de la audiencia sembró la actuación que en 2014 realizó el guatemlteco Ricardo Arjona, parte de una política de arriendos que, según Chambert, podría mantenerse, pero con matices. "Lo importante es quedarse en la misión, y la nuestra es hacer danza, ópera y conciertos. Que se dé un recital de un cantante más popular, no hay problema, lo seguiremos haciendo, eso se da en todas partes, pero lo que más me interesaría es desarrollar formas mixtas. Encuentros entre cantantes populares y líricos, por ejemplo".
Junto con ello, es enfático en resaltar que "en un teatro no se mantienen cosas sólo porque atraen ingresos. Una programación tiene que ser coherente".