SANTIAGO.- "Matías Bize es un director que le encuentra profundidad a historias que aparentemente son sencillas", dice Benjamín Vicuña durante los primeros segundos de una conversación en torno a "
La memoria del agua", la película que hoy estrena a nivel nacional junto al ganador del Goya. Pero, paradojalmente, esa característica que él valora en la filmografía de Bize, parece estar totalmente ausente del largometraje que finalmente lo juntó con el director.
"La memoria del agua" está lejos de ser esa historia "aparentemente sencilla". Por el contrario, el quinto filme del responsable de "En la cama" se centra en un asunto tan complejo como la crisis en que se sumerje un matrimonio tras sufrir la muerte de su hijo de cuatro años.
En ese nudo, Vicuña interpreta al padre, Javier, quien en medio del duelo intenta además mantener vivo su matrimonio con la madre del hijo fallecido, Amanda. Dicho rol recae en Elena Anaya, actriz española que en los últimos 15 años se ha erigido como una de las musas de Pedro Almodóvar, en cintas como "Hable con ella" (2002) y "La piel que habito"(2011).
Ya lo dijimos: No es una historia sencilla. Y tampoco es un trabajo más para Vicuña, cuya historia personal levanta inevitables comparaciones con el drama descrito en la cinta: En 2012 el actor perdió a su hija mayor, Blanca, de seis años.
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Tú llamaste a Matías cuando él aún estaba trabajando en el guión y le ofreciste tu ayuda. Finalmente te sumaste como protagonista. ¿Qué fue lo que te impulsó a decir "quiero ser parte de esta película"?-Supe del proyecto por un amigo actor. Estábamos grabando juntos la segunda temporada de "Los archivos del Cardenal", y escuché del proyecto y pensé "yo tengo que ser parte de esto, como sea, desde cualquier lugar, no necesariamente como actor". Llamé a Matías y ahí empezó un diálogo que, por supuesto, al comienzo fue hablar de lo que queríamos contar, del dolor de los personajes. Luego me pasó el guión y me dijo "mira, primero léelo para ver si vas a poder, si te interesa, si tú crees que... —toma una pausa y respira antes de continuar—. Y me encontré con un guión perfecto. Debe ser el mejor guión que leí en mi vida. Sin golpes bajos, profundo, con pasajes esperanzadores, luminosos, con la lucha de una pareja que quiere salir adelante. Y con personajes muy completos. En el caso de Javier hay un arco increíble. Y bueno, dije "vamos". Y aquí estoy.
El personaje de Vicuña es arquitecto, y ese detalle no es fruto del azar. A través de la construcción de una casa en la playa para un matrimonio sin hijos y "feliz" (Pablo Cerda y Antonia Zegers), se puede ver cómo pasa el tiempo para un protagonista que en paralelo trata también de reconstruirse a sí mismo. Lo opuesto ocurre con el rol de Anaya. Ella trabaja como traductora de charlas científicas, por lo que su día a día está rodeado de sesudos temas que poco ayudan a su estabilidad emocional.
"Es súper fuerte cómo a Javier se le cae la casa tres o cuatro veces en toda la película. Se para, y se vuelve a parar. Es un personaje, para mí, que transita desde la negación de lo sucedido, la negación para aceptar la voluntad de su pareja, de no querer seguir con él. Entonces se puede leer como un acto romántico, un 'nosotros podemos seguir adelante', o también se puede leer como negación, no querer ver que la otra persona no quiere estar contigo. Y el amor es así", reflexiona Vicuña.
Sin embargo, el actor cuenta que esas responsabilidades son también una vía de escape para Javier, quien está "muy conectado con el trabajo, con su futuro, con sus proyectos, y tratando de desvincularse del duelo, del dolor. En ese sentido, se construyó un personaje tosco, duro, fuerte. Hasta que en algún momento vemos que se desarma por completo y se conecta con él, con su pasado, con su viejo, con el yo-niño".
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Y en ese proceso, ¿qué rol sientes que juega el agua como símbolo o metáfora?-Uy... El agua es todo. Nosotros somos agua, y hay agua en la historia desde la nieve, el día del cumpleaños del hijo, pasando por las lágrimas, por el mar, por los lagos, por los volcanes, por la lluvia... Es una película que está... Qué fuerte lo que voy a decir... En la que se respira, paradojalmente, agua. Y es, de alguna manera, el disparador de esta historia. Y también en las profundidades. Con Matías hemos utilizado mucho la metáfora de que nos metimos en zonas muy profundas a la hora de encarar este proyecto. Zonas que son complicadas, que son densas, que son oscuras, que están a metros de profundidad. Nos dimos la mano con un grupo. Con Julio Rojas, con Matías, con Elena, y quisimos meternos lo más profundo, lo más hondo que pudimos. Y salimos vivos. Y estamos aquí para contarlo, y eso es bonito. Es el testimonio y el registro que queda en la película.
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Hablemos de Elena. ¿Cómo fue tú día a día trabajando con una actriz de tanto recorrido como ella?-Me hacen falta piropos para decirte lo buena y talentosa que es. Lo profesional, lo lúcida, inteligente, sensible. Y, por supuesto, yo soy un convencido de, en lo posible, rodearme de los mejores actores que se pueda, porque es la única manera de aprender, de crecer y de subir el nivel. Ella subió el nivel de exigencia. Es una mujer que se exige mucho a sí misma y también al resto. Tiene unas escenas que, creo, van a quedar en la historia. Es realmente impactante lo que hace. Y ser testigo, como compañero que está frente a ella, del nivel de concentración que tiene, es inspirador.
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Tus últimas producciones en Chile han sido dramas, historias muy densas. Te vimos en "El bosque de Karadima", "Los archivos del Cardenal", también en "Prófugos". ¿Tienes alguna inquietud por hacer algo un poco más "liviano", o te gustaría seguir en esta línea?-Sí, creo que después de unos años, cuando vea las cosas con distancia y perspectiva, me voy a dar cuenta de que esto era necesario, y que la lección no era gratuita. Fui eligiendo cada uno de los proyectos, y todos me enorgullecen muchísimo. Es verdad que, por ahí, en algún momento puedo llegar a extrañar la comedia. Creo que la comedia puede ser subversiva, incisiva, y como actor es un ejercicio súper interesante. Y la extraño, porque me gusta, hice mucha. Pero hoy mi cuerpo y mi intuición me piden lo otro. Voy a seguir hasta que el cuerpo me diga lo contrario.