Charlie Kaufman (izquierda) junto al director Duke Johnson.
EFE.VENECIA.- La filmografía del cineasta y guionista estadounidense Charlie Kaufman se caracteriza por historias originales, fantasiosas y bien logradas. Con películas como "El ladrón de orquideas", "¿Quieres ser John Malkovich" o "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", ha forjado una carrera original y respetada.
Su nuevo proyecto, la cinta en stop-motion "Anomalisa", vuelve a llevarlo fuera de los cánones de lo común con una animación que no es apta para menores de edad, y que aspira al León de Oro en el Festival de Venecia.
La producción— codirigida por un nombre asociado a televisión, Duke Johnson ("Community")—, es una especie de comedia negra en la que el espectador termina por olvidar que se trata de muñecos dibujados para entrar en las contradicciones de la mente humana, de sus deseos y frustraciones.
"Detesto explicar los filmes", dijo el realizador en Venecia, quien pudo realizar su proyecto, lanzado en 2012, gracias a la página internet Kickstarter, a través de la cual pudo recaudar el dinero para completarlo.
"No quiero que los que financian el filme intervengan en mis películas", aseguró el autor, quien cuenta con una serie de admiradores anónimos que aprecian sobre todo su escritura y su genialidad, sus ideas y su toque surrealista.
Si bien "Anomalisa" (Anomalía-Lisa) está protagonizada por muñequitos con movimientos humanos minuciosos, el filme resulta menos laberíntico con respecto a otras cintas del autor y el realismo es paradójicamente la clave para entender la odisea de Michael Stone, un hombre neurótico y depresivo, como muchos de los personajes de sus películas, quien dicta charlas para motivar a la gente que siente vivir una vida monótona y vacía.
Ambientada en un hotel de lujo de Cincinati, Michael seduce a Lisa, descubre el amor por una sencilla y tímida joven, el cual corona con una noche de sexo, una de las escenas más originales hasta ahora proyectadas en esta edición del festival de Venecia.
Un amor que si bien lo revitaliza e ilumina, rápidamente se desmorona, devolviéndolo a su gris realidad.
La fábula realista de Kaufman deja una sonrisa amarga y resulta también una mirada crítica a los padres de la autoayuda, como se presenta el protagonista Michael Stone, teórico de la buena y sonriente atención al cliente en contradicción con su propia alma, su malestar, su lado oscuro.
"Lo que quiero es que cada espectador viva su propia experiencia y sus emociones. La película es del público", instó el realizador, cuyo filme fue generosamente aplaudido por la crítica del certamen.