The Residents se lució en su debut en el país.
Emol
SANTIAGO.- Catalogada como la "banda desconocida más famosa del mundo", lo cierto es que en ciertos círculos melómanos de la capital el nombre The Residents ya producía cierto fanatismo y, por esa misma condición, la posibilidad de observar al conjunto en algún recinto era más una quimera, una suerte de sueño febril reservado sólo para quienes, entre un viaje y otro, coincidieron con algún show de la banda que se hizo "famosa" por ser personas cuyos rostros sólo eran unos ojos enormes.
Eso puede explicar que el teatro Nescafé de las Artes haya estado a completa capacidad durante la noche de este lunes para recibir al actual trío, compuesto por Randy en las voces, Bob en la guitarra eléctrica y Rico, el reemplazante de Chuck, en las percusiones electrónicas y secuencias. Y aunque suene paradójico, estos son los nombres con los que se conocen a los integrantes de The Residents y he ahí el por qué generaron una respuesta tan "masiva" en el público: en los cuarenta años de historia del conjunto estadounidense, nunca se han sabido las verdaderas identidades de sus integrantes.
Ese punto inicia el mito siempre creciente de la agrupación. Desde sus inicios, en los que se dice enviaron el primer demo registrado del conjunto a sellos sólo con el remitente "The Residents", a que integrantes de The Beatles, de la Plastic Ono Band u otros músicos reconocidos han formado parte de sus filas, todo ha hecho que crezca la leyenda detrás del grupo que se presentó la noche del lunes en Santiago, como parte de la gira de "Shadowland", la tercera parte de una trilogía en la que el grupo desconstruye los procesos de la vida misma. Tal como lo explicó Randy, el vocalista (una suerte de payaso anciano y malogrado), "en la primera parte analizamos a la muerte, en la segunda, al sexo y en esta última, los nacimientos, renacimientos, reencarnaciones y experiencias cercanas a la muerte".
Para The Residents, los acercamientos conceptuales a la música no son algo nuevo. A lo largo de su carrera, han analizado los mitos de la biblia o la cultura inuit. Por lo mismo, su obra adquiere un proceso completamente distinto en cuanto a otros estilos se puedan analizar, ya que todo conlleva un significado, ya sea presente o no. En esta ocasión, la propuesta de "Shadowland", que mezcla música y cortometrajes, responde a esta misma situación y ambos, lo sonoro y los filmes proyectados, conforman un todo en el que Randy y compañía destruyen la visión occidental de los conceptos del nacimiento o la reencarnación, reduciéndolas a visiones espeluznantes y sombrías, contrarias a las que nos entrega la formación judeo-cristiana con respecto a las mismas.
Musicalmente, The Residents se nutre de variadas corrientes para hacerlas suyas. Desde la música circense al noise industrial, todo pasa por el filtro que da la banda y que más allá de temas propiamente tales, responden al desarrollo de su gran obra conceptual. Es así que se expresan momentos de ira y alienación "They are meat" (del álbum Wormwood de 1998) con otros que denotan desesperación y tristeza ante la verdad revelada, como "Easter woman" (The commercial album, 1981). Y aunque la velada no se trató de canciones propiamente tales, temas como "Constantinople" (Duck stab, 1978), fue sin dudas una de las más aplaudidas por el público.
De esta forma, el espectáculo que la banda brindó en nuestro país, y que además celebra sus más de cuatro décadas de historia, muestra sólo una pequeña fracción de lo que estos ilustres desconocidos son capaces de plantear en términos musicales como también en otros terrenos, como en lo filosófico, ético e incluso, teológico en cuanto a las relaciones de la sociedad con la deidad, sea cual fuere ésta. Además, a esto se le añade el documental "Theory of obscurity: A film about The Residents", lo que ciertamente ha aumentado el interés por conocer a esta curiosa agrupación y sus planteamientos.
Lo cierto es que el debut The Residents en nuestro país se transformó en una suerte de clase colectiva en la que, como pocas veces se puede apreciar, existe un complejo desarrollo que sobrepasa lo estrictamente musical y analiza otras aristas, lo que hace mucho más interesante de descubrir y analizar en una época en la que el discurso musical parece vacío y sin ánimos de subvertir el orden. Todo lo contrario, esgrimen la bandera de lo políticamente incorrecto, todo por dar a la música un sustento teórico que en estos tiempos, ninguna banda o solista dentro de la industria podría tomar.