Blur se presentó con sus principales clásicos.
Juan Eduardo López, El Mercurio
SANTIAGO.- Para grupos como Blur es fácil vivir de las rentas. Girar por el mundo estirando un catálogo instalado en las primeras líneas de la historia del pop, y pasar por caja sin más remordimientos.
Bueno, en rigor el plan inicial tras el retorno no distaba mucho de eso, y así se mantuvieron los británicos por cerca de siete años: Imbuidos en el gozo y la sencillez del reencuentro entre ellos y con sus fans, sin preocuparse del rigor del trabajo en estudio, y dejando que las inquietudes creativas fluyeran por fuera.
Pero en su regreso a Chile, tras esa recordada primera visita de 2013 en la Pista Atlética del Estadio Nacional, el cuarteto demostró que su ánimo hoy es otro, despachando en preciso equilibrio canciones históricas con las más recientes del disco
The Magic Whip, editado este año.
Porque lo que para otros no es más que la excusa para justificar la actividad y las giras (la publicación de nuevos álbumes), en Blur parece ser el motor que les ha permitido incluso seguir con vida, tras la incertidumbre que rodeó a los primeros minutos de su retorno.
De este modo, son cinco los temas de esa reciente placa los que pasan prácticamente como uno más, sobre todo en los primeros momentos. De ellos, dos en el arranque, "Go out" y "Lonesome street", fieles a la tradición britpop de los primeros álbumes, ensamblando a la perfección con la masilla entre ambos que representó el energético y hasta hoy infalible "There's no other way".
Y ya el cuarto corte de la velada deja en claro que hoy también las intenciones han variado, con cuatro bronces sumándose a igual cantidad de coristas que aparecen antes en escena, y que dotan a las piezas de nuevos cimientos, aunque también recrean clásicos detalles, como el clímax gospel de "Tender" o el epílogo de "Coffee & TV", canción a cargo de Graham Coxon en la voz principal.
Otras, en tanto, quedan por completo en manos de la banda nuclear, como la potentísima "Song 2". Aunque eso de "por completo" es finalmente un decir, ya que los diez mil asistentes que esta noche de miércoles llegaron a Movistar Arena también se transforman en parte relevante en el devenir del tema, hasta convertirse en protagonistas en "Parklife", cuando Damon Albarn —generoso maestro de ceremonias, como ha demostrado previamente junto al grupo y en solitario— invita a una decena a subir a la tarima, para gritar cada tanto la consigna del título.
Mirar al pasado para entender el presente y proyectar el futuro, suelen decir los historiadores entre sus máximas, y eso es justamente lo que aparenta hacer Blur en estos días, y la bandera que hoy pareció levantar. Tal como (por fin) Los Tres en el show de largada, atreviéndose con piezas aún sin editar, pertenecientes a su venidero álbum, entre sus clásicos de siempre.
