No hay dudas que desde la aparición de "Hello", el regreso de la cantante británica resultó una suerte de bomba de racimo. No es sólo que con "25" la cantante británica haya batido cuanto récord apareciese, sino la forma en que lo hizo: demostrando que lo suyo es calidad musical más allá de las modas.
La banda liderada por ese portento que es Brittany Howard muestra cómo hay que evolucionar para hacer de tu segundo disco algo memorable. Canciones como "Don’t wanna fight" o "Future people" hacen que cualquier etiqueta sea imposible de aplicar a Alabama Shakes y eso, más que un logro, es la concreción de un trabajo bien hecho.
Uno de los grandes lanzamientos del indie estadounidense. El dúo formado por Alex Scally y Victoria Legrand logra decodificar, con éxito, el discurso de bandas como My Bloody Valentine y con elementos mínimos, la traslada al nuevo milenio en un trabajo de exquisita factura.
¿Cómo responde una artista como la islandesa Björk a un quiebre? Ciertamente, no encerrándose. Para eso, uno se puede remitir a cualquier disco entre éste y el maravilloso "Vespertine" (2001). Y es precisamente esa apertura, ese renacer que celebra lo femenino como energía creadora, lo que maravilla de este álbum.
Para que un álbum de los estandartes del brit-pop funcione, tiene que tener la proporción precisa entre lo que haga Damon Albarn y lo que aporte Graham Coxon. Y el disco que siguió a la reunión de Blur posee justamente eso: las nuevas aficiones más cargadas al soul y a la electrónica del vocalista con las clásicas guitarras al filo del noise de Coxon. Los resultados son más que bienvenidos.
Alabada por el cándido pop su anterior trabajo, "Kiss" (2012), la cantante canadiense amplía la base sonora que sustenta los clásicos clichés del pop almibarado con historias de amor. De pronto, hay elementos modernos que se mezclan con bases dignas de Cyndi Lauper, lo que aporta dinamismo a unas canciones hechas para bailar desaforadamente.
El primer larga duración de la cantante australiana no tiene desperdicio alguno. Barnett toma todas las máximas del rock y las transforma en canciones pegadizas, llenas de pasión y energía, tal y como el manual indican que las grandes canciones rockeras deben ser.
"5 A.M." da el inicio al esperado retorno en plano solista de la guitarra de Pink Floyd tras una década de silencio. Y, como se puede anticipar, este nuevo disco posee todos los elementos que hacen reconocible y por los que, querámoslo o no, siempre alabaremos a David Gilmour.
Casi quince años y una película sobre el grupo que lo lanzó a la fama, N.W.A., le bastaron al icónico Dr. Dre para salir de las trincheras y hacer lo que mejor sabe: retratar el lado oscuro del ghetto sin remordimientos. En este regreso, aparece todo por lo que Dre es venerado: las bases de G-Funk, las letras plagadas de gangsters y sus mujeres y, de fondo, un derruido paisaje urbano, ideal para su producción siempre cargada de ácido en la lengua.
Tras años de giras, varias de ellas que pasaron por nuestro país, finalmente Mike Patton y compañía entregan nuevas composiciones, las que de inmediato estuvieron a la altura del material antiguo de la banda. Si hay una forma de volver a hacer música tras años de separación, lo de Faith No More es quizás el mejor ejemplo a seguir.
Un ejercicio de pop barroco de la más alta factura es el que el ater ego de Josh Tillman propone en su segundo trabajo firmado como Father John Misty. Y si el amor es la temática principal, qué mejor que acompañarlo con bronces, percusiones, guitarras y guiños a la electrónica para facturar las mejores canciones posibles, en un ejercicio lleno excelencia.
Con "Ceremonial" (2011), Florence Welch cosechó elogios de sus pares músicos como de la crítica al arropar sus canciones con grandes atmósferas. En esta ocasión, la británica parece algo más contenida, sin esos aires pomposos de antaño, pero esto mismo beneficia a su hipnótica voz y, lo que es mejor, sus grandes canciones.
¿Qué hace un grupo como Iron Maiden para estar a la altura de su leyenda? Pues lanza un disco doble, el primero de su laureada trayectoria, en el que da un repaso por todo lo que conforma su legado: desde el heavy metal más primitivo hasta las ambiciones más progresivas, Dickinson, Harris y compañía no se dejan nada en este registro.
Con su nuevo trabajo, la cantante estadounidense llama a la emoción. Sus canciones, como pocas, logran conectar con lo primario del auditor aún cuando estén arropadas en exquisitos arreglos barrocos, consiguiendo un trabajo lleno de detalles cautivadores.
La voz de la cantante de Los Angeles suena fuerte entre las capas de sonido que muestran tanto sus ambiciones musicales como intelectuales; la estructura del sonido puesta al servicio de la canción, la electrónica como acompañante de música docta y un trabajo que descubre sus maravillas con cada escucha.
Todo gran disco de hip-hop posee, al menos, estos elementos: líricas que reflejan tanto momentos personales como sociales y un collage sonoro que soporta las canciones. Estas características están por doquier en la nueva entrega de Kendrick Lamar, una oda moderna al hombre que, en medio de la crisis de llegar a los treinta, descubre que el mundo es un lugar mucho más serio del que cree. Un tremendo álbum.
La evolución de un artista siempre inquieto y, por extraño que parezca, con un semblante pasivo, es la que entrega Kurt Vile en su sexto trabajo, donde realiza una suerte de recorrido por la música profunda de Estados Unidos para demostrar una sola cosa: que sigue estando a la vanguardia a la hora de leer la rica tradición de su tierra y traducirla a códigos modernos sin que ésta pierda su esencia.
Una década de silencio fue suficiente para que una de las agrupaciones icónicas del punk-rock de los noventas, volviese con toda la fuerza. Corin Trucker, Carrie Brownstein y Janet Weiss no pierden segundos en temperar sus guitarras. Al contrario, lo de ellas es la urgencia, el nervio, y eso se traduce en su regreso con un álbum plagado de grandes temas.
Pocos discos en esta lista pueden reflejar el dolor como éste. Las once canciones que componen el trabajo recuerdan la relación de Stevens con su madre, una mujer con problemas psicológicos que lo hizo pasar por una dura infancia, y que falleció hace tres años. Es un álbum en el que, a pesar de la pérdida, la belleza ocupa todos los espacios.
El australiano Kevin Parker por fin toma las riendas de su propia creación y la nutre de un pop psicodélico hecho para las masas. Y aunque tras el éxito de "Lonerism" (2012), parecía que las guitarras serían las protagonistas, lo cierto es que Parker prescinde de ellas en su mayoría y aún así, consigue dar una renovada energía a Tame Impala.