SANTIAGO.- Mundos misteriosos en los que se abren extraños abismos, oscuros personajes, violencias y perversiones. Cuatro características que son capaces de describir la excéntrica mente de David Lynch, uno de los pocos directores fieles a su estilo auténticamente personal, y que este miércoles 20 de enero cumple 70 años.
No todos son capaces de entender el complejo mundo al interior de una de las mentes creativas más aplaudidas del cine contemporáneo, algo que no es de extrañar si se considera que estos "hermosos regalos" —como él le dice a sus ideas— aparecen de la nada en su mente, "como si tuviera una televisión en la cabeza".
El resultado... simplemente una genialidad. Desde que debutó en el cine con "Eraserhead" (1977), hasta el que por ahora es su último largometraje, "Inlad Empire" (2006), se puede observar que todas sus obras siguen el mismo patrón, cintas en las que lo real y lo sobrenatural se dan la mano.
Es así como sus películas "El hombre elefante" (1980), "Dune" (1984), "Terciopelo Azul" (1986), "Corazón Salvaje" (1990) y "Mulholland Drive" (2001), entre otras fueron éxito de taquilla a nivel internacional, donde hombres desfigurados, cantantes de club nocturno y el hallazgo de una oreja cortada en un prado, se convirtieron en los verdaderos protagonistas que le dieron un giro a las clásicas y comunes cintas del cine.
Quizás todo se explique gracias a su niñez completamente normal, pero con ciertas obsesiones que lo llevaban a ser un joven fuera de lo común. "Mi infancia eran vallas de jardín, cielos azules, flores rojas y cerezos, pero yo veía los millones de hormigas saliendo de un pequeño agujero del cerezo. Me fijaba en esas pequeñas cosas, pero casi todo era felicidad", recordó el cineasta en una entrevista en 2013.
Todos esos temas se ven reflejados en varias de sus producciones: barrios y familias convencionales, pero que una vez que se decide indagar más, nos lleva a esas hormigas con las que él estaba fascinado durante su infancia.
Parte de la clave del éxito que ha tenido no es sólo la mezcla de la realidad con lo supernatural, sino que también el misterioso camino por el que guía, sin saber hacia dónde realmente va.
Uno de los mejores ejemplos —y que ahora vuelve a sonar más fuerte con su regreso— es "Twin Peaks", una serie de televisión que enganchó a millones de espectadores a comienzo de la década de los 90 y que fue uno de los programas que más ha influido en la forma de hacer televisión.
En él se planteó el misterioso asesinato de la joven Laura Palmer en un pueblo aparentemente ejemplar. Sin embargo, como todas las creaciones de Lynch, la solución del caso era lo menos importante. El espectador era guiado a un trasfondo grotesco, gótico y sobrenatural.
Fue precisamente ese difícil y complejo mundo lo que llevó a la cadena ABC a exigirle a Lynch que explicara quién era el asesino de Palmer, y que hizo que el director demostrara su enojo alejándose de la continuación de la serie y provocando unos resultados desastrosos en cuanto al rating del programa.
Sin embargo, más adelante éste decidió regresar y tomar nuevamente las riendas de "Twin Peaks", logrando remontar en la sintonía y convirtiendo al programa en una verdadera serie de culto, donde al igual que todas sus grandes producciones, la imagen de sueño y el diseño de sonido meticuloso son los verdaderos protagonistas de su muy particular estilo.