SANTIAGO.- El dramático inicio de "Burn the witch", canción con la que se inicia la nueva obra del quinteto de Oxford, tiene poco que ver con sus recientes álbumes, particularmente
In Rainbows (2007) y
The King of Limbs (2011). Puede que sea poco factible, pero la extendida pausa entre ese disco y el actual,
A Moon Shaped Pool, puede que haya influenciado este set de once temas en los que se siente una suerte de retorno a viejas formas electrónicas, particularmente a las de la época de
Kid A (2000— y a ciertos elementos presentes en
Hail to the Thief (2003)—. Este recuento, sin embargo, no es uno lineal ni mucho menos un refrito; Radiohead, siempre fiel a su historia, deconstruye su propio material de descarte para elaborar todo un lenguaje nuevo que, paradojalmente, sigue siendo su propio discurso.
En ese sentido, A Moon Shaped Pool abarca a dos grandes grupos: al fanático casual que, tras el seminal OK Computer (e incluso más allá, con The Bends), sintió que la incipiente aparición de la electrónica y la experimentación en vez de las guitarras de Jonny Greenwood significó algo así como el quiebre definitivo. Para ellos, es que hay temas en los que las guitarras regresan: "Decks dark" es uno de ellos. Otro, quizás más emparentado con esos aires de los noventas, es el que le sigue, "Desert island disk". En ambos, así como en la mencionada "Burn the witch", es posible notar que lo que algunos denominaron como la "dictadura de Yorke" (en el sentido del dominante espacio que los elementos electrónicos comenzaron a tener en las composiciones del grupo), derivó en una democracia o, por lo menos, en una suerte de concesión. Regresando al tema inicial de este trabajo, se notan claras las influencias de Greenwood y sus recientes afinidades con las bandas sonoras. De hecho, no es extraño que Paul Thomas Anderson, con quien el guitarrista trabajó para el soundtrack de las películas "Petróleo Sangriento" y "The Master", dirigiese el clip del segundo sencillo del álbum, la emotiva y delicada "Daydreaming".
Esas muestras pueden ser definitorias para aquellos que, a casi dos décadas de haber dejado a Radiohead en el baúl de los recuerdos, lo puedan retomar sin sentirse a la deriva ni sobrepasados por los constantes retos que conlleva escuchar a los británicos. Sin embargo, A Moon Shaped Pool también es un deleite para los fanáticos de trivia. Por ejemplo, que el disco finalice con "True love waits"— una de las canciones que si bien nunca se grabó en estudio sí era recurrente en el show en vivo de la banda (tanto, que aparece en el álbum de descartes y temas sueltos en ese formato, It might be wrong: Live recordings, del año 2001)—, es sólo una muestra de cómo el grupo buscó en sus archivos composiciones que parecían ideas inacabadas y, ya sea por el paso del tiempo o por otras circunstancias, logró darles una forma definitiva. En esta composición en particular, se abandona la guitarra y se reemplaza por un piano, lo que le entrega singular belleza y el giro necesario.
Puede que este trabajo, el noveno en estudio de Yorke y compañía, sea también el más emocional que haya hecho el grupo. Nigel Godrich, productor y camarada de siempre de Radiohead, reveló hace poco en su cuenta de Twitter que durante las sesiones de este álbum, su padre había fallecido. Asimismo, la separación entre Thom Yorke y Rachel Owens tras 23 años juntos, puede que haya influido en la interesante dualidad que aparece en "Desert island disk" y "Ful stop"; mientras que la primera es una lenta y delicada canción, en la que el cantante dice que "distintos tipos de amor/son posibles", la que le sigue es una claustrofóbica y rockera (entendiéndose en el contexto de Radiohead), en la que hay recriminaciones varias. "De verdad, jodiste todo", dice Yorke en este tema heredero del krautrock.
Pero es esta ambigüedad, a pesar de que se puedan encontrar ciertos tópicos, es lo que hace más interesante a este trabajo. "Identikit", por ejemplo, lanza un mensaje desolador aunque no es claro si es una especie de propaganda ecologista, algo que a los de Oxford siempre les ha interesado, por lo demás, o es otra cosa. Lo cierto es que, más allá de la música, lo de Radiohead siempre ha invitado a lecturas mucho más aventuradas, aunque en ocasiones estas sean hechas desde la vereda del fanatismo. Lo cierto es que, a estas alturas, si existe algo constante en la discografía del grupo inglés es eso: su predilección por lo críptico.
Ciertamente, A Shaped Moon Pool no es definitorio en la forma en que sí lo fueron en el pasado OK Computer, Kid A o In Rainbows. Para algunos, el noveno trabajo en estudio de los de Oxford podría clasificar como un álbum más dentro de su discografía. Para desilusión de ellos, lo nuevo de Radiohead sigue siendo, a pesar de estar elaborado en base a descartes del pasado, una interesante ventana al futuro de un conjunto que sigue buscando y explorando en su propio lenguaje, uno que a estas alturas ya es reconocido y eso, demuestra que su campo de acción ya no sólo se remite a la construcción sino además, al desmembramiento de su propia obra en aras de obtener nuevas fases para desarrollarse.
Radiohead / "A Shaped Moon Pool" (XL Recordings, 2016)
Canciones:
1. Burn the witch, 2. Daydreaming, 3. Decks dark, Desert island disk, 5. Ful stop, 6. Glass eye, 7. Identikit, 8. The numbers, 9. Present tense, 10. Tinker Tailor soldier sailor rich man poor man beggar man thief, 11. True love waits.
Músicos: Jonny Greenwood (guitarras, teclados, loops), Colin Greenwood (bajo), Philip Selway (batería, percusiones, coros), Ed O’Brien (guitarras, coros), Thom Yorke (voz, guitarra, piano, teclados).
Músicos invitados: The London Contemporary Orchestra and Choir (voces, arreglos de cuerdas).
Producción: Nigel Godrich.