"Poesía sin fín" tuvo su estreno mundial este sábado en el Festival de Cannes.
Le Soleil Films
CANNES.- El colorido cine poético de Alejandro Jodorowsky regresó con aplausos al Festival de Cannes a través de una nueva película autobiográfica —financiada en parte por unos 10.000 admiradores— que recrea sus años de juventud, amor y emancipación en Chile.
Secuela de "La Danza de la realidad" (2013), "Poesía sin fin" fue ovacionada de pie varios minutos en su estreno mundial este sábado en la sección no competitiva Quincena de Realizadores.
Protagonizada por sus hijos Brontis, en el papel del padre del realizador, y Adán, en el rol de Jodorowsky joven, el propio cineasta de 87 años aparece varias veces en este filme, que aspira a "curar" heridas del pasado, tanto las suyas, como las del espectador que acepte entrar en el juego.
Recién salido de la adolescencia, el joven escritor deja la Tocopilla natal en el norte del país y llega a Santiago, donde decide dedicarse a la poesía contra la voluntad de su padre, un hombre autoritario y de ideas firmes, dueño de una tienda de ropa de la calle Matucana.
"Poesía sin fin" retoma el lenguaje poético y metafórico de Jodorowsky, pero al igual que "La danza de la realidad" resulta más accesible para un público profano que películas anteriores del chileno. Aflora su faceta de gurú del tarot —con referencias explícitas a arcanos mayores como La Estrella o El Ahorcado— y la "psicomagia" que inventó para curar mediante actos de catarsis.
Gracias a la magia del cine, el escritor regresa al pasado a cerrar heridas, abrazando a su padre y recibiendo de él un perdón que en la vida real no tuvo.
Coloreando la memoria
Colores vivos, efectos teatrales con toques surrealistas y personajes caricaturescos recuerdan por momentos el universo del Fellini onírico, aunque el chileno asegura que en su filme "todo es real, aunque contado en lenguaje cinematográfico". "Lo feo se convierte en bello. Siempre pensé que tenía que colorear mi memoria".
Más allá de su origen autobiográfico, esta cinta es una invitación a romper las ataduras y mandatos familiares o sociales para abrazar su propia existencia. "La vida no tiene sentido, hay que vivirla", susurra el Jodorowsky anciano a su doble más joven.