SANTIAGO.- Una nueva mirada a la figura de Bernardo O’Higgins. La lucha soterrada del Estado de Chile contra la misteriosa Recta Provincia de Chiloé. Los entretelones del descubrimiento de la momia del cerro El Plomo. La batalla que trajo la Primera Guerra Mundial a aguas chilenas. El trágico relato de los selk’nam que fueron llevados a París como un "zoológico humano".
Estos son algunos de los diez episodios que forman parte de "Historia secreta de Chile 2" (Sudamericana, $ 10.000), de Jorge Baradit. La segunda entrega del recorrido por la historia nacional que comenzó el año pasado y que se convirtió en uno de los libros más vendidos en el país. Lo que explica que este nuevo volumen —cuyo lanzamiento será el próximo 14 de julio, a las 19:00 horas, en el Café Literario del Parque Bustamante— haya llegado a librerías con 30 mil ejemplares, apostando a que tendrá un impacto aún mayor que el primer título.
"Historia secreta de Chile" vendió más de 80 mil copias en casi un año. ¿Esperabas que se convirtiera en un éxito editorial de esa magnitud?
-Nadie lo pensaba. Fue un trabajo con mucho cariño, escrito desde el gusto; no hubo intención de reventarla. A lo mejor esa honestidad, desparpajo y soltura tuvieron algo que ver con el resultado.
¿Y a qué atribuyes el enorme interés que despertó entre los lectores?
-Se cruzaron varios factores. Hay interés por entenderse como sociedad. Hay desconfianza con el discurso oficial y gran necesidad de un relato que venga de los márgenes, algo frente a lo que se sientan identificados. Como escritor, cambié mi prosa y tono para narrar estos pasajes; quería ser cercano, emotivo, empático. Que los lectores no se sintieran "instruidos" mientras leían, sino involucrados en los hechos, con los personajes, cercanos a los hechos y las emociones de personas y eventos reales; no relatos mitológicos de ese panteón en el que a veces convertimos a nuestra historia. Usé herramientas de la literatura para producir un puente en el tiempo y revincular a la gente con su propia historia.
A lo largo de los últimos meses recorriste el país de norte a sur, invitado a hablar sobre "Historia secreta…" ante diferentes públicos. ¿Qué te dejó esa experiencia?
-Lo primero, el interés genuino de la gente por aprender de la historia de su país, una vez que entienden que es la historia de su familia, que ellos son parte de este proceso. Leen mal quienes subestiman a la gente diciendo que leen este libro porque es "un ramillete de anécdotas freak desestructuradas". El interés es real. Faltaba preocuparse más del lector que de uno como autor. Por eso el libro tiene historias cortas, abordables en un viaje de micro o metro. Sin orden cronológico, para que cuando retomaras el libro no sintieras el peso de recordar las anteriores 200 páginas y pudieras tomar cualquier punto del libro como inicio. Intercalamos capítulos con criterios emocionales distintos: el romance, la guerra, la sorpresa, el misterio, la alegría, la desolación, etc. Este libro quiere ser un puente para personas que además busquen acercarse a contenidos más abultados sobre los temas expuestos.
Otra cosa que la gente me exigía era un punto de vista más marcado. No quieren más esa objetividad blanda de nuestros medios de comunicación, la neutralidad falsa que es sesgo escondido. Así que fui más abierto en ese sentido también.
El libro también generó polémica al ser criticado por algunos historiadores, aunque en una reciente columna el propio Alfredo Jocelyn-Holt defendió tu obra. ¿Qué crees que ocurrió ahí?
-Yo entiendo esa controversia como una reacción emocional más que profesional. Sus tres acusaciones más destacadas no tienen ningún sustento. Cuando me acusan de intentar apropiarme del trabajo de otros y ponen la ausencia de citas o referencias en el texto como prueba, solo hay que decirles que hay muchos libros escritos por historiadores chilenos circulando con esas mismas características. Puntualmente uno muy bueno, "100 Días", de Bárbara Silva, historiadora, doctora y profesora de la misma casa universitaria de los historiadores críticos. O "Historia mínima de Chile", de Salgado. Los libros de divulgación no están dirigidos a ellos, sino a las personas comunes como nosotros.
Acusarme de ningunear a historiadores o profesores tiene menos sustento aún. Ahí solo es cosa de revisar cualquier entrevista mía escrita o grabada, o mejor aún, leer el prólogo de esta segunda parte para darse cuenta que es derechamente una simple mentira. Y sobre aquello de querer erigirme vía marketing en una especie de salvador, sorry, este libro nunca tuvo ese objetivo y todo lo que ha ocurrido es espontáneo y responsabilidad de la gente. Nunca me he planteado de esa manera y quienes me conocen, lo saben. Este es un fenómeno feliz, no planeado. Pero por supuesto, alguien se iba a molestar o a resentir, es parte del juego. Agradezco a los historiadores que han entendido que hay más cosas que celebrar que odiar en todo esto. Hay más de cien mil personas que están leyendo sobre historia, preguntándose, yendo a otros libros, buscando información, se están haciendo programas de televisión, radio y se vienen otras plataformas. Yo solo soy un escritor, y me alegra haber contribuido a abrir una puerta hacia contenidos más amplios, hacia ese trabajo increíble que desarrollan los historiadores en su área.
Por los temas que abordas en "Historia secreta de Chile 2", comparado con el primero, da la impresión de que su contenido es mucho más político. ¿Ese fue el objetivo?
-Como te decía antes. Durante los primero viajes la gente me sacaba del centro con sus preguntas. Después me preguntaban por qué ese contenido en mis opiniones, bastante más político y directo, no aparecía en el libro. Me cuestionaban y tenían razón. En el primero aparece como una atmósfera tenue alrededor de las historias, ahora es quizá más explícito. No me interesaba ser neutral, pero sí fui más cauto. Ahora me sentí más cómodo. En general estamos enfermos de esa objetividad mentirosa, como si existiera algo así como periodismo objetivo, opinión objetiva o medios objetivos. El libro está escrito desde el punto de vista del autor.
De este segundo libro, ¿cuál fue el capítulo más difícil de investigar o escribir?
-La masacre del Seguro Obrero. Un evento rodeado por secretismo, misterio, brutalidad y corrupción política de la dura. La tragedia de jóvenes que fueron pasados por la moledora de carne de un Estado que reacciona con extrema violencia frente a la sublevación. Difícil porque al corresponder a miembros del Partido Nacional Socialista chileno, se piensa que no tiene lugar entre las tragedias obreras de nuestro país. La verdad es que tiene su lugar frente a cualquier atropello de los derechos humanos de un Estado, muchas veces criminal, con sus ciudadanos. Las balas de Carabineros de Chile que mataron a los jóvenes del Seguro Obrero fueron dirigidas por el mismo Director General de Carabineros, Humberto Arriagada, que años atrás dirigió la masacre de agricultores mapuche en Ranquil, en la zona de Lonquimay, donde campesinos fueron rodeados por policías y masacrados a tiros, con un resultado de alrededor de 500 muertos. La masacre del Seguro Obrero fue difícil porque además tomé contacto con familiares de algunos de los protagonistas y la herida está absolutamente abierta, el dolor permanece, la decepción con la autoridad del país es una constante. Sentí una responsabilidad fuerte con ese capítulo en particular.
¿Y ya estás trabajando en un tercer volumen?
-Este libro desde el principio se pensó como una trilogía, por eso el primero es rojo y el segundo azul, porque el tercero será blanco y cerrará este capítulo de mi propia vida, donde me he visto sorpresivamente involucrado en un fenómeno precioso: el hambre de un pueblo por verse reflejado en su historia, no desplazado. Es muy importante que todos sintamos que la historia es nuestra, que la hicieron nuestros padres, que no la produjeron 20 militares y 20 políticos con nombres raros, sino el país completo, sus obreros, trabajadores y profesores. Solo de esa manera, entendiendo que la historia es nuestra, podremos entender que fuimos importantes y que somos importantes. De esa manera nos sentiremos llamados a involucrarnos en la creación de una mejor historia de ahora en adelante.