SANTIAGO.- Amigos, cómplices y amantes. Así es como el director Pablo Larraín plasma en "
Neruda" la relación entre el poeta y la pintora argentina Delia del Carril. El rol de la artista es interpretado por la destacada actriz trasandina Mercedes Morán, quien debuta en el cine nacional a través del sexto largometraje del director nominado al Oscar por "No".
Desde su casa en Buenos Aires, Morán habla con
Emol acerca del proyecto que se estrenará el próximo jueves 11 de agosto en salas nacionales—
y que tendrá una función de pre-estreno el sábado anterior—. En él, su personaje se muestra como el principal soporte emocional del Nobel de Literatura en el periodo que vivió como fugitivo, luego de su desafuero como senador y de ser declarado enemigo por el Presidente Gabriel González Videla (Alfredo Castro).
La particularidad del filme es que muestra el lado más ambicioso (y a ratos retorcido) del poeta. Luis Gnecco da vida a un Neruda que sabe sacar ventaja a su condición de "perseguido político", y aprovecha el rótulo para posicionarse como foco de interés para los intelectuales europeos más reconocidos de la época. El responsable de su búsqueda es el prefecto Óscar Peluchonneau, un policía inseguro, obsesivo y con altas aspiraciones interpretado por el mexicano Gael García Bernal.
Lo anterior marca un punto de quiebre con la imagen tradicional del autor de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". "Me sorprendí para bien", dice Morán al referirse a la visión del escritor expuesta en la película. "Tenía un conocimiento de Neruda convencional, el del poeta, con parte de su obra. De niña y adolescente había leído sus poemas, y luego siendo más grande encaré el 'Canto General', pero hacía mucho que no lo leía. Con la película se me reveló un Neruda mucho más interesante".
La protagonista de la aplaudida cinta "La ciénaga", de Lucrecia Martel, añade que la producción la llevó incluso a admirar más la figura del autor nacional. "Cuando pude entender la consciencia que tenía Neruda de su propia posteridad en vida, cuando pude ver un aspecto más humano, sacarlo del bronce en que estaba en el imaginario, y ponerlo en un lugar más humano— con sus debilidades, con sus zonas oscuras, con sus contradicciones— lo pude admirar más como artista, y comprenderlo mejor como hombre, porque si bien la mirada que tiene la película es muy vasta y abarcadora, en ningún momento se lo juzga, ni se le hace un juicio ético o moral. Ni como hombre ni como artista. Se le respeta de una manera muy poética, es realmente una película Nerudiana, y eso me hace sentir muy orgullosa. Para mí se agrandó enormemente su imagen".
Mercedes Morán:
"Si bien la mirada de Neruda que tiene la película es muy vasta y abarcadora, en ningún momento se lo juzga, ni se le hace un juicio ético o moral".
La película muestra la gran complicidad que había entre Delia y Pablo ¿Cómo trabajaron esa faceta junto a Luis?
-Con Gnecco hablamos, y con Pablo (Larraín) más que con nadie, de esta relación. Qué era lo que los unía, teniendo en cuenta cómo eran ambas personalidades, cuál era esa corriente que los mantenía unidos, esas complicidades, esos acuerdos que habían establecido como pareja. Todos coincidimos en que era muy importante establecer cómo era ese vínculo, porque pensamos que los vínculos hablan de las personas. Y la verdad es que el que había entre ambos era muy fascinante e importante en la vida de ellos, tanto de Pablo como de Delia. Es una relación que los marcó a ambos.
¿Cómo te enfrentaste a la construcción de un personaje que realmente existió, y que además es públicamente conocido?
-Además del guión, Fábula me hizo llegar algún libro o alguna biografía de Delia, y por mi cuenta empecé a investigar a esta mujer que me resultó muy fascinante y me llamó la atención cuán escondida estaba, por su propia voluntad y también por la época y por la familia. Y descubrí a una persona increíble en Delia del Carril, a una mujer espectacular. La conocí más gracias a la novela "La mujer de la isla negra" (de la escritora argentina María Fasce, editora de Alfaguara España). Es una "ficción" que habla sobre Delia y su vida con Pablo en Isla Negra. Eso fue de muchísima utilidad para mí, porque al ser ficcionada, pude anclar más en lo sensorial, en esas cosas pequeñas que conforman una personalidad. En la novela se hablaba de cómo era su ropero, de cómo olía su perfume, cómo le gustaba merendar tostadas con palta. Y todas esas cosas te van conformando desde otro lugar, más allá del dato histórico.
Esta película marca un cambio en la dirección de Larraín. Deja de lado la oscuridad que caracteriza a sus producciones y da un paso hacia el sarcasmo. No es una comedia, pero sí tiene mucho humor ¿Qué te pareció embarcarte en un proyecto que sería muy distinto a lo que conocías de él?
-Antes de conocerlo yo me hubiera embarcado en cualquier viaje con Pablo. Teníamos además un guión fantástico y mi encuentro con él terminó de confirmar mi percepción, que es que estaba frente a un gran, gran director. En los planteamientos que hizo estaba explicito el humor, todos los personajes tienen una mirada que muestra humor y poesía infinita. Y así lo planteó Pablo. Pero aún no siendo así me hubiera embarcado igual, porque puedo reconocer rápidamente a un artista, y me parece que Larraín tiene esa envergadura. Para mí, como actriz, es una posibilidad que no se presenta con mucha frecuencia. Uno tiene la posibilidad de trabajar con buenos directores, pero cuando estás frente a un artista, te zambulles de pleno.
Mercedes Morán:
"Puedo reconocer rápidamente a un artista, y me parece que Larraín tiene esa envergadura".
El estreno en Chile coincidirá con tu montaje teatral “Ay amor divino”. Esto significa que no podrás venir a Santiago, pero al montaje le está yendo muy bien en Buenos Aires...
-Sí, lamentablemente no podré estar en Santiago. Es una lástima porque me enamoré de la ciudad, y porque entiendo lo importante que es el estreno en Chile en términos afectivos para todos los que hicieron la película. Pero sí, estoy haciendo teatro, estrené hace más de un mes. "Ay amor divino" es un unipersonal, pero traté de correrme de lo convencional, no es un stand-up. Tenía ganas de hablar de algunas cosas que me ocurren hoy, como mujer. Hay una cantidad de cosas que estoy viviendo con el paso del tiempo, y me di cuenta que para hablar de eso debía empezar desde el principio: mi infancia, que termina siendo un viaje por mi historia, y en ese viaje rescato, de alguna manera, cómo el amor me fue rescatando en distintos momentos de mi vida, haciéndome crecer. Entonces, si bien se convierte en un relato muy personal, no contiene ninguna anécdota, sino que cuentos de hechos que me transcurrieron más o menos respetando una línea de tiempo, y básicamente es una evocación de momentos donde el amor y el dolor se hicieron presentes y me fueron constituyendo en esto que soy hoy. Tengo ganas de llevarlo a Santiago, porque cuando estuve rodando ahí me reuní con una cantidad de actores de teatro formidables que no conocía. Por eso me encanta la idea de mostrarlo allá.