Pixies recupera su propio sonido para su nuevo trabajo, "Head Carrier"

SANTIAGO.- Cuando Pixies –o mejor dicho, un grupo parecido a Pixies– decidió lanzar Indie Cindy en 2014, el acuerdo más o menos unánime respecto a esa colección de canciones fue que no alcanzaban ni a los momentos menos inspirados de su principal fuerza creativa, Francis Black. Mucho se especuló en ese momento con lo que había pasado para que la otrora fuerza motora del rock alternativo de la década del noventa tuviese un trabajo tan bajo a nivel artístico: desde la salida (otra vez) de Kim Deal a que (nuevamente) Francis había cedido a sus impulsos dictatoriales. Como fuere, Indie Cindy fue y sigue siendo un disco completamente menor en la historia del conjunto responsable de todo a lo que se califique de "alternativo" de los últimos 20 años.

Lo bueno es que Black Francis, Joey Santiago y David Lovering aparentemente aprendieron la lección. Entendieron, de la forma más difícil, que Pixies funciona con una tensión única, un choque en el que la colisión de sensibilidades totalmente distintas es lo que permite que aparezcan los momentos más memorables del grupo. Quizás es por esa razón que incorporaron a la bajista Paz Lenchantín a la gira que incluso los trajo a Chile, en el marco del festival Lollapalooza del año 2014, y a quién hicieron integrante oficial para la aparición del nuevo disco del grupo, titulado Head carrier.

Si hace dos años, Pixies funcionaba en una suerte de piloto automático soporífero e indulgente, lo que se escucha en este nuevo trabajo es a un conjunto que recuperó su esencia. No más canciones que sonaban a autoplagio ni experimentos sin pies ni cabeza. En la poco más de treinta minutos que dura Head Carrier, Francis y compañía retoman las cosas justo en el lugar donde hace años atrás las dejaron: en la época del Trompe le monde. Y si bien tampoco es que logren recuperar el glorioso pasado, en esta oportunidad el sonido del grupo es mucho más enfocado y las canciones sí tiene, como el inicio del trabajo con "Head Carrier", ese aire a que por fin, estamos en presencia de un tema de Pixies.

Quizás Paz Lenchantin era necesaria para hacerle recordar al grupo el porqué de su propia historia. Ciertamente, la bajista aporta una sensibilidad distinta y se aprecia de inmediato en "Classic masher", otro corte que tiene todo lo que uno podría esperar de un buen tema de Pixies. Sin dudas no tiene esa inocencia explícita que manifestaba Deal pero sí entrega lo que faltaba para que el grupo no cayera en un pozo sin fondo. Este mismo es lo que se encuentra en "Might well as Be Gone", uno de los puntos altos del disco.

Estos ejemplos, que muestran el lado más pop de Pixies, se contraponen a los temas más potentes como "Baal’s Back" o el primer sencillo que se extrae de este trabajo, "Um chagga lagga". En ambos, Francis finalmente no actúa como autómata (algo que sí sucedió en, por ejemplo, "Blue eyed hexe", del débil Indie Cindy) y deja que las composiciones más potentes de Head Carrier despeguen como las viejas canciones rápidas del grupo. Y si de momentos se trata, este disco tiene uno que es francamente brillante: una broma a costa de la propia historia de la banda con "All I Think about now", tema que canta la bajista y que en entrevistas, Black Francis ha dicho que está dedicado a Kim Deal, algo que al escucharlo y leer lo que Paz Lenchantin canta, queda más que claro.

Aunque no es comparable a sus grandes trabajos de antaño, ciertamente que Black Francis tiene razón cuando, en entrevista con Rolling Stone, apunta a que Head Carrier es efectivamente el disco que marca el retorno de Pixies a su verdadera forma. Y si bien aún no aparecen esos temas que han influenciado a medio mundo –y de los que más de alguno se ha robado uno que otro truco para su propio beneficio– por lo menos, ahora no está ese cinismo desagradable y autocomplaciente de su anterior registro. Ahora, lo que aparecen son buenas canciones y eso ya es un punto a favor para Black Francis y compañía.