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A los 82 años, Leonard Cohen disecciona su propia mortalidad en su reflexivo e irónico nuevo disco

El cantautor y poeta canadiense dijo que está listo para recibir a la muerte, pero en su álbum número catorce, "You want it Darker", no parece demostrarlo. Más bien, el músico parece disfrutar de compartir pensamientos más que de asumir su fin de ciclo, dando como resultado uno de los trabajos más potentes y lúcidos de su discografía.

26 de Octubre de 2016 | 11:24 | Por Felipe Kraljevich M., Emol
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En varios pasajes de este disco, el compositor y poeta canadiense busca dar un sentido de unidad al que será quizás su último álbum, según él ha declarado.

El Mercurio.
SANTIAGO.- Desde que Leonard Cohen decidiera a composiciones originales con Old Ideas (2012), después de casi una década en la que el poeta y músico canadiense recorrió el mundo y editó conciertos para recuperar lo que su ex manager le robó, las musas le sonríen: sus canciones, lejos de sufrir por el paso del tiempo, sólo han crecido e incluso, la rasposa voz del octogenario compositor las dota de una profundidad única, en la que los tópicos como la religión, el amor y el descubrimiento propio a través de personajes imaginarios (y otros que no lo son tanto) se descubren del mismo modo que un bueno libro: de a poco, con pausas, con apartes que explican y conectan puntos que en un inicio, parecen ajenos. Así se desarrolla la obra de Cohen en los últimos ocho años, llegando a su máxima expresión con su nuevo disco, You want it darker.

Que el premio Príncipe de Asturias 2011 dijese hace unos días que "estaba listo para abrazar a la muerte", a propósito del fallecimiento de su musa y compañera Marianne Ihlen, tiñen de un tono oscuro este lanzamiento. De hecho, el primer tema, que da nombre al disco, habla precisamente de eso: de cuentas pendientes y hechos alcanzados. Sin embargo, por muy sombrío que sea el panorama trazado por Cohen, lo cierto es que You want it darker es un registro reflexivo y, en algunos casos, como en "Traveling light", hasta lúdico. Una de las grandes especialidades, sin duda, es que Cohen es capaz de hacer convivir una seriedad estremecedora con la más mordaz de las ironías. En "Treaty", por ejemplo, su personaje trata de responder al llamado de Cristo sólo para decir las siguientes líneas: "I wish there was a treaty/between your love and mine".

Entre esto, los arreglos y la musicalidad de You want it darker no hacen más que engrandecer las líricas de Cohen. Desde tonos arábigos mezclados con góspel, como en la pista que inicia el catorceavo álbum de estudio del cantautor, a su renovada pasión por el blues, que se puede hallar en la mencionada "Treaty" e incluso, algo del country de vieja escuela en "Leaving the table". Son elementos que Cohen utiliza a su antojo, a la hora de dar consistencia a sus nuevas composiciones. Los pianos y órganos al fondo, las sutiles pistas de guitarras, cuerdas y todo el entramado sonoro, gracias a las producción de este trabajo, siempre por detrás de la poderosa voz de Cohen, quien con sus 82 años demuestra que no es necesario el portento sino el ritmo y las pausas para lanzar sus certeras frases.

Con la presencia de su versión de "Hallelujah" rondando –con lo que Cohen intenta dar una pista de su "legado" y "mortalidad"– en varios pasajes de este disco, el compositor y poeta canadiense busca dar un sentido de unidad al que ha declarado, será quizás su último álbum. Sin embargo, You want it darker no tiene ese sentido de fatalidad ni menos de estamento final, por lo menos no en la forma que uno imaginaría de un artista que declara abiertamente su mortalidad. You want it darker queda mejor representado como una profunda reflexión de la propia naturaleza humana y su propia fugacidad en este mundo, tópico que Cohen retrata de manera soberbia en los 36 minutos y fracción que registra este trabajo, lo que confirma que el canadiense, con recursos mínimos, es capaz de decir mucho más de lo que se puede escuchar. Y si este termina siendo su disco final, entonces es una gran manera de terminar una carrera llena de luces.
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