"Llora, corazón" recoge las historias de Ramón Aguilera, Rosamel Araya, Luis Alberto Martínez, Lucho Barrios, entre otros.
Catalonia
SANTIAGO.- De las entrañas del desamor, la atracción de la bohemia; del trabajo duro, los sueños del reconocimiento y los aplausos del público, hace más de medio siglo en Chile surgió un vilipendiado género musical que dio cuenta de una nueva forma de expresar la sensibilidad de músicos e intérpretes.
La música "cebolla" no sólo nació como respuesta al desazón tras una significativa y tormentosa relación amorosa. Fue, también, un estilo que experimentó la discriminación de clase, el desprecio de otros músicos y medios, tanto por su origen como por la cursilería de las letras y melodías.
Ante la escasa documentación sobre sus orígenes, exponentes e importancia en la historia artística chilena, la periodista Marisol García ("Corazón Valiente", 2013) investigó por tres años el surgimiento de la canción "cebolla" que se topó con el auge de los boleros y el vals peruano.
Todos los antecedentes están en "Llora, corazón" (Editorial Catalonia), libro que relata las apasionadas historias de cantantes y músicos que formaron parte del cancionero popular de Chile de la segunda mitad del siglo XX y cuyos registros influenciaron a nuevas generaciones de artistas.
"Más que un legado (la música "cebollenta") es una sensibilidad que se instaló hacia los años '50 y que se legitimó como cauce para la canción chilena, y desde entonces nunca ha dejado de estar", sostiene la periodista en conversación con Emol. Agrega que seguir la corriente de este estilo "es permitirse cantar con un sentimentalismo sin pudores, más expuesto, atado al relato de la pasión como un drama que necesariamente termina mal, pero en el cual se insiste. Eso ha cruzado no sólo a la canción chilena sino, como se muestra en el libro, también a realizaciones locales de cine, televisión, novelas (y, en un período, también fotonovelas)".
Ramón Aguilera -señalado como uno de los mentores de la canción sentimental, "cebollera", sufrida- , Rosamel Araya, Luis Alberto Martínez y José Farías fueron apuntados, según relata la periodista, con el "estigma" de ser las voces del sufrimiento exacerbado ligado directamente a las clases más populares.
En "Llora, Corazón" aparecen, además, las historias de Lorenzo Valdearrama y de los precursores del vals peruano en nuestro país, como Lucho Oliva, Los Vargas, y legendario Lucho Barrios". En 165 páginas divididas en cinco capítulos, la investigadora habla del cruce que la música "cebolla" hizo hacia la balada y el pop, donde aparecen Los Ángeles Negros, Zalo Reyes, Palmenia Pizarro y otros más actuales, como Los Vásquez, Santos Chávez y Damián Rodríguez.
García aclara que la música melodramática "es música chilena atada a nuestra memoria y el curso que sigue el canto más popular. Me parecía absurdo que eso no tuviese un registro acorde a su importancia. Creo, y eso lo registro en el libro con varios ejemplos, que eso se debió a tontas discriminaciones de clase y mal entendido 'gusto'".
Para la periodista, este género resulta una especie de radiografía a la cultura nacional, no sólo limitado por el gusto a las canciones de este tino, "sino también que a muchos chilenos les avergüence reconocer que la disfrutan. A la 'cebolla' nadie tiene que rescatarla: está muy viva y vigente en el gusto de los chilenos y el canto que hacemos en nuestras casas y reuniones".
En la línea del pudor al asumir gusto y/o fanatismo por la música "cebollenta", la autora rescató varios ejemplos de episodios de discriminación que afrontaron músicos e intérpretes que los motivó a salir de Chile y encontrar un lugar en el extranjero. Tal es el caso de Rosamel Araya en Argentina y Germain de la Fuente junto a Los Ángeles Negros en México.
"El gusto musical habla de nuestras preferencias pero también de nuestros complejos e inseguridades. Cierta audiencia ha querido esconder el gusto por la música sentimental como algo inadecuado, cursi o de "mal gusto", categorías totalmente ficticias y discutibles. Ese pudor y ese clasismo aplicado a la música popular dice mucho también sobre nuestra cultura", concluye.