José Alvujar, El Mercurio.
SANTIAGO.- Fueron exactamente cinco minutos antes de lo programado, y cuando el público aún seguía llegando al Estadio Monumental, que unos entusiastas Roger Daltrey y Pete Townshend y compañía salieron al escenario para dar, por primera vez, un espectáculo en Chile.
Sin mucho preámbulo, The Who arrancó con "I Can't Explain", continuó con "The Seeker" y "Who Are You", una de las más coreadas de la tarde, donde desplegaron su potencia musical gracias a la sólida interpretación de Daltrey y la maestría de Townshend en las seis cuerdas.
"Es bueno estar aquí", dijo el guitarrista al saludar a los asistentes, aprovechando la ocasión para dedicar "The Kids Are Alright" al cantautor chileno Víctor Jara.
La tarde se encendió con "My generation", quizás uno de los himnos sesenteros más populares del rock clásico y de los ingleses, que puso a gran parte del público de pie.
Pero el momento cúlmine vino de la mano de "Pinball wizard", que seguida de "See me, feel me" hicieron aparecer los saltos, gritos e incluso las bengalas en medio de una repleta cancha, que tras el sonido de un sintetizador análogo dio paso a la popular "Baba O'Riley" para seguir la fiesta en el Monumental.
Con "Won't Get Fooled Again", The Who puso el broche de oro a su primera pasada por Chile, que en 90 minutos presentó una puesta en escena que ha venido repitiendo en otros países, pero que cumple al 100%.
Daltrey y Townshend hicieron un paseo acotado, justo y necesario por discos como el icónico y magistral Tommy (1969), "Who's Next" (1971), "Quadrophenia" (1973) y "Who Are You" (1978).
Salvo la edad y el aspecto, la partida de The Who fue como si los años no hubiesen pasado por los dos sobrevivientes de la banda. No fue necesario verlos destruyendo sus instrumentos, ni tampoco saltar por todo el escenario.
Pese a la ausencia del bajista John Entwistle y el baterista Keith Moon, el dúo de músicos demostró que ambos entienden a la perfección lo que es reinventarse. Mención especial para Zak Starkey en las baquetas. El hijo de Ringo Starr estuvo a la altura de Moon, su máximo ídolo, a quien reemplaza hace unos buenos años.