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El té que quedó pendiente entre "Don Nicanor" y la señora Yolanda

Vecinos de décadas en Las Cruces, el antipoeta quiso agradecerle la ayuda en una emergencia doméstica que enfrentó: salir sin llaves de su casa.

23 de Enero de 2018 | 16:17 | Por Juan Peña, Emol
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La señora Yolanda da su espalda a la casa de Nicanor Parra en Las Cruces.

Macarena Arenas
LAS CRUCES.- La señora Yolanda Flandes ha vivido gran parte de su vida en el balneario de Las Cruces, que hoy despertó con el deceso de uno de sus vecinos ilustres: Nicanor Parra.

Vive a dos cuadras de la casa del antipoeta, en el sector de La Caleta. "¿Lo van a traer para acá?", pregunta al detenerse unos segundos frente al inmueble de calle Lincoln, en cuya puerta decía "antipoeta" con pintura spray, palabra que fue borrada.

"No se sabe aún", recibe de respuesta Yolanda, como pide que la llamen, y continúa su caminar con una bolsa blanca que cuelga de una de sus manos. Pero antes, y después de pensarlo y mirar al cielo, decide compartir con Emol una pequeña historia con Don Nicanor, como lo llama.

"Un día fue para la casa en su Escarabajo. Habló con nosotros que se le habían quedado las llaves (de la casa) adentro y preguntó si podía ir una de mis hijas. Yo le dije que sí. Y nos dijo que él le decía por dónde debía entrar (para abrir la puerta)", comienza relatando.

"Así que fue mi hija y le abrió la puerta. ¡Él estaba desesperado!", añadió sobre el episodio que tuvo un final feliz, pero abierto, pues una propuesta como agradecimiento quedó pendiente.

"Esa vez le pregunté si había almorzado. Él me dijo que no. Yo le respondí que íbamos al supermercado. Él (como agradecimiento) quería que tomáramos once con él. Yo le dije para la próxima, porque íbamos apuradas", señala.

"Y ahí quedó la once pendiente. No fuimos nunca ni él fue para mi casa, porque yo también lo había invitado a tomar once", rememora.

No hubo té, pero la entonces niña que le abrió la puerta a Nicanor Parra le pidió que le autografiara un libro. El antipoeta que dejó este mundo a los 103 años, estampó la firma.

"Mira, para mí, para mí (repite), era un buen vecino. No tengo nada que decir de él, era bien amoroso, pero con nosotros. Yo siempre cuando pasaba por acá solía verlo sentado (en su antejardín) porque ya no caminaba, estaba en silla de ruedas, le decía 'hola, vecino', y él respondía y me (re)conocía", recuerda.

Antes de seguir su camino, Yolanda Flandes lamentó que el antipoeta no fuera distinguido con el Premio Nobel de Literatura. "Claro que sí, poh. Se lo merecía", concluye.
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