Mario Vargas Llosa en Bogotá, Colombia. 20 de abril de 2018.
EFE
SANTIAGO.- "Hay algunas dictaduras menos malas que otras", fue el enunciado de Axel Kaiser que enfureció a
Mario Vargas Llosa durante un conversatorio que mantuvieron en el marco de su gira con el libro
"El llamado de la tribu" (Alfaguara, $14.000). "
Esa pregunta yo no te la acepto", contestó en seco el Nobel de Literatura y el porqué de su reacción queda al descubierto con leer apenas las primeras páginas de su nuevo ejemplar.
"Descubrí la política a mis doce años, en 1948, cuando el golpe militar en el Perú del general Manuel Apolinario Odría derrocó al presidente José Luis Bustamante y Rivero, pariente de mi familia materna.
Creo que durante el ochenio odriísta nació en mí el odio a los dictadores de cualquier género, una de las pocas constantes invariables de mi conducta política", escribe en "La llamada de la tribu".
Lejos de las novelas como "La ciudad y los perros" y "Conversación en la catedral", que lo llevaron a la cima de la literatura internacional, este nuevo título reúne el pensamiento filosófico y político de Mario Vargas Llosa, y se podría decir que es una suerte de "manifiesto liberal".
En el primer capítulo narra su tránsito desde su lealtad a las ideas comunistas y marxistas, hasta la convicción de que "la doctrina liberal es la forma más avanzada del pensamiento democrático", a la vez que salpica el texto de memorias propias de un hombre que ha tenido la oportunidad de viajar y conocer a figuras tan influyentes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, a quienes califica como "los estadistas más importantes de su tiempo".
Luego, dedica un capítulo a cada uno de los siete pensadores más influyentes en sus ideas de liberalismo: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich August von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel.
Vargas Llosa increpa al abogado Axel Kaiser en Chile. Crédito: Captura YouTube.
"Me fueron apartando del marxismo varias experiencias de finales de los años sesenta. Mi viaje a la URSS en 1968 me dejó un mal sabor en la boca (...) En la URSS las desigualdades eran enormes y existían exclusivamente en función del poder", narra el autor. "Pregunté a un ruso parlanchín: '¿Quiénes son los más privilegiados aquí? Me respondió: 'Los escritores sumisos. Tienen dachas (casa de campo) para pasar las vacaciones y pueden viajar al extranjero'". Aquella experiencia, sumada a un par más con la Revolución cubana, lo terminaron alejando definitivamente de sus ideales más tempranos.
El título, "La llamada de la tribu", lo extrae desde un concepto acuñado por Karl Popper, "el espíritu de tribu", es decir, el "irracionalismo del ser humano primitivo de pertenecer a una tribu. Donde el hombre es inseparable de la colectividad, subordinado a un brujo o cacique todopoderoso, que toma por él todas las decisiones". Según Vargas Llosa, personajes como
Hitler, Mussolini, Perón o Fidel Castro, apelaron en sus discursos al "espíritu tribal" y, en consecuencia, "este es el causante, junto con el fanatismo religioso, de las mayores matanzas en la historia de la humanidad".
El Nobel peruano es enfático en subrayar que a pesar de tener puntos en común, "el conservadurismo y el liberalismo son cosas diferentes". Se distancia, por ejemplo, de "los economistas hechizados por el libre mercado, que lo ven como una panacea capaz de resolver todos los problemas sociales" y asegura que la libertad debe manifestarse en todos los dominios: el económico, el político, el social y el cultural.
Esta arista merece atención, puesto que asegura que los gobiernos que estimulan la libertad económica siendo despóticos o a través de dictaduras militares, fracasan de igual manera que lo hacen los Estados que respetan las libertades políticas pero no creen en las libertades económicas.
Vargas Llosa muestra las ideas más sociales de sus siete autores guías y a partir de estos preceptos plantea, entre otras cosas, que es importante ofrecer a todos los jóvenes un sistema educativo de alto nivel que asegure un punto de partida común: progresar en los derechos humanos, en la libertad de expresión, y en los derechos de las minorías sexuales, religiosas y políticas.