SANTIAGO.- Resulta difícil asimilar que el reciente espectáculo que brindó anoche
Ozzy Osbourne en Santiago fue el último que realizó en Chile.Hubo emoción, abrazos entre amigos que se juntaron para ver la despedida del inglés con su fanaticada local y alguno que otro asistente que no resistió la pena y con lágrimas en los ojos vio cómo su ídolo le decía "chao" a los conciertos por este lugar del mundo.
Ni el deterioro físico marcado por sus lentos movimientos ni su gastada voz opacaron la cuarta fecha del "No More Tours 2" que arrancó el 27 de abril en Florida, Estados Unidos.
Poco antes de las 21:30 horas, las luces del Movistar Arena se apagaron; la pantalla ubicada al centro del escenario dio paso a una revisión fotográfica de las distintas etapas de la vida y carrera del "Príncipe de las tinieblas", desde su infancia hasta su etapa actuañ.
De pronto, apareció él junto a sus músicos: el guitarrista
Zakk Wylde, el bajista Rob Nicholson, Tommy Clufetos en la batería y Adam Wakeman en los teclados. Los gritos son descontrolados y advirtieron que la cita sería memorable.
Sin más rodeos, el puntapié del show fue con una potente interpretación de "Bark to the Moon" y sin mayores preámbulos le siguió "Mr. Crowley".
El público, eufórico, aumentó aún más su excitación al ver a un hiperactivo Ozzy que durante toda su presentación sacudió la cabeza, se movió por cada extremo del escenario y se dio el gusto de lanzar agua al público utilizando un balde.
"No More Tears"
En su despedida, el líder de Black Sabbath se notó entusiasmado y contagió sus ganas de pasarla bien con un listado de 14 canciones en las que incluyó éxitos de su etapa en solitario y clásicos de la banda con la que visitó Chile por última vez en 2016.
"No More Tears", "Perry Mason", "Crazy Train", "Mama, I’m coming home" y "Paranoid" compusieron parte del breve, pero bien ejecutado show del artista oriundo de Birmingham, en donde parte del crédito también se lo llevó Zakk Wylde con sus espectaculares solos de guitarra que los testigos celebraron con aplausos en un encuentro digno de una ceremonia solemne.
Hasta el mismo Ozzy transmitió una sensación de que no querer ponerle fin a su espectáculo, como si quisiera recular en su decisión de no pararse nunca más frente a un micrófono. "Una canción más", repitió varias veces en la fase final del recital, donde el griterío de sus seguidores fue in crescendo a medida que los músicos pasaban de clásico en clásico en la hora y media que duró el show.
Osbourne protagonizó una digna despedida y así lo sintió gran parte del recinto. Muchos fanáticos se despidieron con la cabeza baja tratando de asimilar que aquella reunión con una de las estrellas más importantes del heavy metal no volverá concretarse en Chile.
Entusiasmado, Ozzy trató de evitar el drama de una partida con cuotas de locura, aplausos, gritos, guitarras duras y su indudable carisma que lo han convertido en una de las figuras del rock más emblemáticas y auténticas de los últimos 50 años.
