SANTIAGO.- El incendio que afectó al Museo Nacional de Río de Janeiro tiene de luto a la población brasileña, pues se calcula la pérdida irreversible de casi 20 millones de objetos históricos y además de la entidad cultural, de 200 años de trayectoria.
Figuras e instituciones de todo el mundo han manifestado su pesar por la tragedia.
Paulo Coelho, uno de los novelistas de Brasil más reconocidos en el extranjero, expresó sus impresiones en una columna que fue difundida por The Guardian.
"El Museo Nacional de Brasil no solo albergó la historia del país. El edificio era parte de ella. Cuando el rey João VI huyó a América del Sur después de la invasión de Napoleón en Portugal, convirtió a Río de Janeiro en la sede del poder para el gobierno de Portugal, Brasil y el Algarve", comienza su escrito, donde repasa el pasado de la estructura, ahora destruida.
"La residencia oficial era el Palacio de San Cristóbal, y ese edificio más tarde se convirtió en el Museo Nacional. Pero ahora, en lugar de celebrar el 200° aniversario de esta magnífica institución, Brasil está llorando porque se ha incendiado. Si este hito histórico simboliza el comienzo de la nación, el fuego simboliza un país donde la falta de cultura y educación es el mayor problema", enfatizó el autor.
El escritor, éxito en ventas por títulos como "El Alquimista" hizo un paralelo entre la cantidad de visitas que recibe el Museo Nacional de Río e instituciones similares en otros países. "Millones de brasileños viajan alrededor del mundo, visitando museos fantásticos como el Tate en Londres, el Metropolitan en Nueva York y el Louvre en París, que tuvo más de 8 millones de visitantes el año pasado. Sin embargo, no es exagerado decir que Río, con sus vistas panorámicas de las montañas, los bosques y el mar, es la ciudad más bella del mundo", escribió.
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Entonces, ¿por qué el Museo Nacional, el museo más fantástico de Sudamérica con sus 2 millones de artefactos, su colección egipcia y los fósiles más antiguos de la historia brasileña, recibe solo 154.000 visitantes al año?", cuestionó el escritor.
Finalmente Coelho recriminó a quienes se han inclinado por responsabilizar solamente al gobierno, de la gran tragedia: "Culpamos al gobierno por descuidar nuestra historia. Pero nosotros, los brasileños, también la descuidamos. Brasil es un país fantástico, un país hermoso, pero está arruinado por la falta de educación. Los pobres en Brasil no van a la escuela, mucho menos a los museos. Los ricos van a museos, pero en Londres, Nueva York o París, no en Río o São Paulo"
En la oportunidad, el autor aprovechó de poner los ojos sobre otro museo que podría verse en el potencial peligro de desaparecer. "El Museo de Ipiranga en São Paulo, construido donde se decretó la independencia brasileña en 1822, ha estado cerrado durante cinco años. Ahora que el Museo Nacional ha muerto en llamas, nos preguntamos qué puede pasar con Ipiranga. Nos preguntamos qué puede pasar con nuestras almas", señaló.