SANTIAGO.- El ginecólogo obstetra Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018 junto a la activista yazidí Nadia Murad, era director de un Hospital en Lemera, área rural de la república Democrática del Congo (RDA), cuando en 1996 el recinto fue atacado por grupos guerrilleros provenientes de Ruanda.
"Durante el ataque, asesinaron a 33 pacientes en sus camas y mucho de nuestro personal también murió (…). Cada vez que hablo de lo que ocurrió aquí, la imagen de esas mujeres regresa", cuenta el doctor en el documental "City of Joy" ("Ciudad de la Alegría"), con su rostro compungido.
El obstetra quedó devastado por la violencia, pero decidió que tenía que hacer algo y emprendió el camino a la ciudad de Bukavu, donde formó el Hospital de Panzi. "La primera persona que atendimos en este hospital fue víctima de violencia sexual. Había sido violada por varias personas, y luego de violarla le dispararon", afirma el ginecólogo.
Mukwege pensó que la brutalidad que vivió esa mujer, había sido un hecho aislado. Pero se equivocaba. La violencia sexual se había convertido en un arma de guerra de las milicias y desde entonces le llegaron cada vez más mujeres, no solo abusadas, sino que mutiladas en sus zonas íntimas por los mismos hombres armados.
Actualmente ha atendido a más de 40 mil mujeres. "Operamos a tantas como sea posible cada día" asegura.
Al darse cuenta de la magnitud del desastre,
el médico en conjunto con las activistas por los derechos de las mujeres,
Eve Ensler y Christine Schuler-Deschryver, fundaron en 2011 un centro de acogida para las personas víctimas de violencia de género, al que llamaron "
City of Joy"(Ciudad de la Alegría).
El lugar está construido en Bukavu y es un refugio para las mujeres que han sido abusadas, muchas de las cuales llegan con hijos producto de las violaciones reiteradas. En este centro cuentan con ayuda de otras mujeres que construyeron el lugar con sus propias manos, que cuidan de sus niños, les cocinan y las protegen, dándoles espacio para sanarse.
La "Ciudad de la Alegría" acoge a estas mujeres solo por 6 meses, porque luego ellas deben salir al mundo y ser líderes que impulsen el cambio, para que otras personas no sufran lo mismo que ellas.
Les enseñan sus derechos, a hablar inglés, técnicas de defensa personal; les hacen terapias grupales, clases de agricultura y de otros oficios, para que puedan valerse por sí mismas.
Con el tiempo las mujeres recuperan su sonrisa, las ganas de vivir y su dignidad. Hasta la fecha del lanzamiento del documental (septiembre 2018), en el centro se han graduado 1.117 mujeres.
La magnitud del problema
De acuerdo a reportes de la ONU, corporaciones multinacionales de diferentes partes del mundo están involucradas en la explotación de recursos naturales de la RDA. "Y algunas corporaciones usan a las milicias porque conocen los bosques y cómo proteger las minas", afirma Christine Schuler-Deschryver .
La activista por los derechos de las mujeres agrega que estas milicias son pobres a niveles extremos y que los guerrilleros son prácticamente esclavos.
"Tengo un arma, al menos puedo comer, puedo violar. Puedo hacerlo", se escucha en el documental, mientras se ven imágenes de un adolescente con un arma.
La República Democrática del Congo es rica en coltan, estaño, tungsteno y oro, minerales que una vez procesados son vendidos a compañías de todo el mundo para hacer productos de consumo tales como teléfonos, computadores, automóviles y joyas. Estos minerales son muy cuestionados porque generalmente están asociados a conflictos y guerra, como es el caso de de la RDC.
En el documental, dirigido por Madeleine Gavin, se denuncia que algunas de las compañías que compran coltan y que, por lo tanto, se beneficiarían de este tipo de conflictos son Nintendo, Samsung, Apple, Sharp, Canon, Sony, Toshiba, HTC, Nikon, LG, IBM y Lenovo, entre otras.
"Tengo un arma, al menos puedo comer, puedo violar. Puedo hacerlo"
Documental City of Joy
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El Congo es uno de los países más ricos del mundo, así que muchos países están al acecho. Vienen por intereses propios.
Nadie quiere que esto termine. Estas
multinacionales quieren seguir financiando las milicias para mantenerse en las minas y saquear el Congo (…). Hay millones de congoleños muertos y nadie habla de genocidio. No sé cuántos muertos necesitan para hablar de genocidio", señala Christine.
Una de las
armas de guerra de las milicias es la
violación sexual a mujeres, con una violencia exacerbada, para así
generar pánico y que la población se vaya a ciudades en búsqueda de seguridad. De esta forma,
los territorios van quedando vacíos y pueden apropiarse de los recursos naturales.
"Imagina que atacan tu aldea, violan a tus bebés, a tu madre y abuelas. ¿Qué crees que hacen los sobrevivientes? Se van, y las milicias toman la aldea, en su mayoría cerca de las minas", afirma la co-fundadora Christine Schuler-Deschryver.
Lo anterior, sumado a que en la
RDA gran parte de la población no posee educación sexual, hace que las mujeres sean estigmatizadas y abandonadas a su suerte.
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Las estrategias de estos ejércitos están bien planificadas. Las mujeres a menudo eran violadas frente a sus maridos y sus hijos. No pueden soportarlo. El
hecho de que las mujeres sean violadas frente a sus esposos, crea un sentimiento de humillación para esos hombres, quienes abandonan a sus esposas para mantener su propio valor. El peso de toda la culpa cae sobre la víctima.
Es la destrucción total de la familia y la comunidad (...)
Evidentemente es una táctica de guerra", dice una de las fuentes del largometraje.
Un estudio publicado en el American Journal of Public Health estimó que
cerca de 48 mujeres son violadas en la RDC cada hora.
Crédito: Página web oficial de City of Joy www.cityofjoycongo.org.