Foto del Museo Nacional de Río de Janeiro septiembre de 2018, un día después del incendio.
AFP
El incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro, que en septiembre pasado devastó uno de los acervos más valiosos de América Latina, se originó en un dispositivo de aire acondicionado y se propagó rápidamente por falta de infraestructura contra siniestros, informó la Policía Federal brasileña (PF).
"El
fuego empezó en el auditorio y tuvo el aire acondicionado como causa primaria del inicio del incendio", precisó Ricardo Saadi, jefe de la PF de Río de Janeiro (sureste) en una conferencia de prensa en la que detalló la minuciosa investigación.
La conclusión de la pesquisa descarta que haya sido un incendio intencional.
Según los peritos, el circuito eléctrico de los aparatos de aire acondicionado del auditorio no seguía algunas recomendaciones del fabricante, como la instalación de disyuntores individuales o de descarga a tierra.
El auditorio, ubicado en la planta baja del gigantesco edificio de tres pisos, fue el primer ambiente devorado por las llamas, que fueron controladas después de seis horas.
Aunque había extintores, el museo carecía de otros equipos que podrían haber evitado la rápida propagación de las llamas, como alarmas, mangueras de agua, rociadores en los techos o puertas cortafuegos, apunta el informe policial.
El Museo Nacional reunía más de 20 millones de piezas que lo convertían en el mayor museo de historia natural y antropológico de América Latina, y el más antiguo de Brasil, con 201 años.
También era un importante centro de investigación y estudio integrado a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Entre las colecciones perdidas figuran ricas colecciones de insectos, restos fósiles de dinosaurios y los documentos que contaban la historia de la institución bicentenaria, además de registros únicos de lenguas y culturas indígenas extintas.
Desde el incendio, ocurrido el 2 de septiembre, decenas de profesores, antropólogos y paleontólogos se dedican diariamente al rescate de piezas de entre los escombros. Hasta el momento han recuperado unos 2.000 ítems.
Entre las reliquias recuperadas se encuentran fragmentos de Luzia, un fósil humano de 12.000 años, el más antiguo de Brasil y considerado la joya del museo; el meteorito Bendegó, un macizo de hierro y níquel de cinco toneladas que por sus características físicas sobrevivió al fuego; y algunos fragmentos del Maxakalisaurus topai, un dinosaurio herbívoro de 13 metros de largo que habitó la tierra hace 80 millones de años y cuyos restos fueron descubiertos en el estado de Minas Gerais.
Los restos de ese dinosaurio estaban expuestos en un salón del segundo piso, justo encima del lugar donde comenzó el fuego.