La Bienal de Venecia se inaugura el sábado como una invitación a reflexionar sobre las migraciones, uno de los fenómenos del siglo XXI. Desde este martes ya se pueden ver restos del mayor naufragio en el Mediterráneo y una instalación que hace alusión al muro entre México y Estados Unidos.
Los restos de la nave del mayor naufragio en el Mediterráneo, ocurrido en abril del 2015, en el que perdieron la vida unos 800 migrantes en el Canal de Sicilia permanecerán anclados en las aguas del Arsenal, los inmensos astilleros venecianos donde se exponen las obras de renombrados artistas de todo el mundo, como un homenaje a la memoria y a los inmigrantes que huyen de sus tierras en busca de refugio y una vida mejor.
"Los
restos han sido instalados en un lugar silencioso, lejos del ruido, una invitación al silencio y a la reflexión", explicó a la prensa el presidente de la Bienal,
Paolo Baratta.
Bajo el título "Barca Nostra", el artista suizo Cristoph Buchel, pidió autorización al ministerio de Defensa italiano, al Comité 18 Abril, que representa a las víctimas, y a las autoridades de la ciudad siciliana de Augusta, para transportarlos y exponerlos por un año en Venecia, tras lo cual regresarán a Sicilia para formar parte del "Jardín de la Memoria", un monumento colectivo sobre la migración.
La nave de pesca de madera, que perdió casi sus colores azul y rojo y que tenía capacidad para sólo 20 personas, recorrió sobre un planchón el gran canal de Venecia con el brutal agujero visible que provocó su dramático hundimiento, una imagen irreal entre los elegantes palacios bizantinos y puentes de la bella ciudad de Marco Polo.
La recuperación a 370 metros de profundidad, en una operación que costó cerca de nueve millones de euros al Estado italiano, permitió recuperar un número elevado de cuerpos que habían quedado atrapados en la bodega.
"Es un símbolo universal" comentó el diario local, Il Gazzettino, que recordó al equipo de médicos legales coordinados por la doctora Cristina Cattaneo que identificó muchos cuerpos con el deseo de darles una identidad. En la chaqueta de uno de los cuerpos descubrió cosido en un bolsillo las calificaciones de la escuela de un niño africano. Era su pasaporte para el primer mundo.
Muros y naufragios
No se trata de la única obra o instalación dedicada a los dramas del mundo moderno que se exhibe en el certamen veneciano. Bajo el título "Que vivas en tiempos interesantes", el curador de la Bienal, el estadounidense Ralph Rugoff, invitó a 79 artistas a dar su visión de los tiempos en que vivimos.
La obra de la mexicana Teresa Margolles, con su trabajo sobre la violencia en su país desatada por el narcotráfico, genera impotencia, rabia, indignación.
La artista expone uno de sus muros de Ciudad Juárez, un muro formado por bloques de cemento de una escuela, con los agujeros donde fueron baleadas cuatro personas. Un muro con el alambre de púas, una clara alusión al "muro de Trump" contra los inmigrantes y lo que ello conlleva.
En un primer recorrido para la prensa sorprenden las obras con fuerte contenido social, impregnadas de pensamientos críticos, como la del coreano Lee Bul, con una instalación dedicada a otro naufragio, el ocurrido en 2014 en Sewol en las aguas de Corea del Sur en el que murieron 304 estudiantes. La montaña de trapos viejos que se inflan representa el dolor, el miedo, el desconcierto, la impotencia.
"En estos tiempos el arte juega un papel clave", explicó Rugoff mientras ilustraba las bolsas de basura negras de mármol del artista albanés Andreas Lolis colocadas a la entrada principal del pabellón Central, en la zona de Jardines.