SANTIAGO.- El territorio continental e insular de Chile habría sido uno de los escenarios en los que se escondieron tesoros en épocas pasadas. Piratería, contrabando, comercio y naufragios son algunas de las causas que se cree motivaron a diversos agentes a realizar la práctica del entierro para proteger sus riquezas.
Actualmente y desde 1998, un historiador holandés se encuentra buscando un tesoro que supuestamente estaría en el Archipiélago Juan Fernández.
Y un protocolo de búsqueda de este tesoro -aprobado por la
Corporación Nacional Forestal (Conaf)- generó una polémica el último mes porque, según el
Consejo de Guardaparques de Chile, violaría una norma medioambiental. No obstante, según Conaf, esta solicitud fue revisada por el Servicio de Evaluación Ambiental y la superintendencia de Medio Ambiente, organismos que habrían autorizado la intervención bajo condiciones que estarían incluidas en el protocolo.
A raíz de esta polémica, dos académicos consultados por Emol explican por qué en el país se podrían encontrar tesoros y cuáles son los factores que habrían motivado la práctica del entierro.
"En general en Chile hay mucha leyenda sobre tesoros, pero evidencias concretas de tesoros no hay", comienza diciendo José Pedro Hernández, académico de Ciencias Sociales en la Facultad de Educación de la Universidad de Las Américas. "Tesoros grandes, como es el que quieren encontrar en el Archipiélago, no se han encontrado en el país. Muchos han muerto en la espera… hay leyendas, pero evidencias de tesoros encontrados no hay", agrega.
Chile, durante la época colonial y hasta parte del siglo XIX, era un espacio de circulación permanente de barcos del Pacífico que llegaban por el Estrecho de Magallanes y que generaron la existencia de un extensivo sistema de contrabando, a lo largo de todo el territorio del país, explica por su parte Sergio Estrada, historiador y académico de la Escuela de Educación de la Universidad Mayor.
"Contrabando que iba de la mano no solamente de barcos mercantes ingleses, holandeses o franceses, que logran entrar al territorio chileno colonial, sino que también de la misma existencia de la piratería", enfatiza Estrada.
Francis Drake y Bartolomé Sharp son algunos de los piratas que merodearon las costas chilenas, recuerda el historiador.
"El Archipiélago Juan Fernández tiene esta suerte de fama de ser un escenario de piratería, donde los piratas generalmente atracaban y guardaban sus tesoros ahí, los enterraban. Y lo mismo la zona de Coquimbo. De hecho, existen fuentes históricas que dan cuenta de las múltiples veces en las que hubo piratas ahí y efectivamente entraron incluso a La Serena, causando estragos", sostiene.
Un "desbordante" contrabando
Según Estrada, el contrabando en Chile habría comenzado a desarrollarse desde el siglo XVI en adelante, y en los dos siglos posteriores se convierte en una "cuestión desbordante".
"El Puerto de Valparaíso, de hecho, se transforma en uno de los principales puertos de la Zona Pacífica debido a que era el primer espacio donde los barcos podían contrabandear, y de ahí al resto de la América Española, reemplazando así a Panamá, que es la ruta oficial de España con las colonias en América", recuerda el académico.
El motivo de este desarrollo, según el historiador, es que el Estrecho de Magallanes "ofrecía una entrada para los barcos, que significaba también la posibilidad de comercializar con todos los demás puertos pacíficos, lo cual, por supuesto, estaba prohibido por la Corona (Española)".
"Se llevaba a cabo la práctica del famoso entierro. Una práctica muy habitual que significaba enterrar la cantidad de oro, plata o cualquier tipo de riqueza mineral que tuviesen, tanto los españoles como los criollos, no habiendo bodegas ni ningún lugar seguro para guardarlas en la casa"
SERGIO ESTRADA
Tanto el contrabando como la piratería generaron que estos barcos almacenaran grandes cantidades de recursos o tesoros. Algunos de ellos naufragaban, o sus intercambios fracasaban y "por lo tanto los
tesoros van quedando de alguna forma regados a lo largo del territorio", relata el académico de la Universidad Mayor.
En la misma línea, Hernández cuenta que tesoros del imperio inca o del virreinato fueron sacados y transportados en embarcaciones, y luego estas flotas podían ser atacadas por piratas en alta mar, por lo que los portadores preferían resguardarse de estos asaltos escondiendo sus mercancías. "Los piratas iban buscando a otros barcos que llevaban estas riquezas desde los virreinatos hacia España", dice.
"Junto a eso, se llevaba a cabo la práctica del famoso entierro. Una práctica muy habitual que significaba enterrar la cantidad de oro, plata o cualquier tipo de riqueza mineral que tuviesen, tanto los españoles como los criollos, no habiendo bodegas ni ningún lugar seguro para guardarlas en la casa", añade Estrada.
De esta manera, el fin de enterrar las riquezas era resguardarlas. "Tener una cantidad de recursos a mano era bastante significativo, considerando que Chile era una país generalmente pobre durante la época colonial", analiza Estrada.
A raíz de esta práctica surgieron historias que quedaron en la memoria colectiva. Los tesoros "los podían dejar en ciertas zonas de Chile, y ahí se han creado ciertas leyendas en Arica, en Coquimbo -por Drake-, en el sur también en la zona de Chiloé, por hundimientos de alguna embarcación británica. También en la zona de Punta Arenas, y así sucesivamente", concluye Hernández.