"Comediante", obra del italiano Maurizio Cattelan
EFE
Los detractores del arte contemporáneo tienen ahora una nueva razón para la sorna. A esa legión de descreídos que se ríe de las creaciones de hoy diciendo aquello de "eso lo podría hacer mi sobrino", Maurizio Cattelan, el más cotizado artista italiano vivo, parece dedicar su última obra: un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva, que ya se vendió dos veces en la feria de arte Art Basel en Miami -una de las más importantes de la Semana del Arte de dicha ciudad-, por 120.000 dólares ($93 millones). Ni siquiera es pieza única. Ya preparó un tercer plátano y espera que lo compre un museo. Hay dos interesados.
El precio para esta tercera versión
subió a 150.000 dólares ($116 millones), dijo Emmanuel Perrotin, director de la galería francesa que lo representa hace 27 años, con sedes en París, Nueva York y Asia. La primera compradora fue una coleccionista francesa que no tenía obra del artista. Este es su primer aporte a una feria de arte en 15 años, agregó en una nota que dio a la plataforma Artnet. La noticia ya está en portales informativos de todo el mundo.
Claro que cualquiera puede hacerlo, como reclaman los escépticos que tan bien describe César Aira en sus ensayos "Sobre el arte contemporáneo" (¿Cattelan será uno de ellos?). Pero no cualquiera es Cattelan, el hombre del WC de oro de 18 quilates en el que hicieron sus necesidades 100.000 personas en el Museo Guggenheim de Nueva York y autor del Hitler niño de rodillas que se subastó con precio récord para él, en 17 millones de dólares. Sin el certificado de autenticidad del artista, el plátano se convierte en un plátano. Tampoco hay instrucciones para su conservación. "Si el plátano se enmohece, se tomará una decisión al respecto", dice la galería.
La clave de su obra es el humor y ahí está el nombre de su nueva pieza para remarcarlo: se llama "
Comediante". La primera exposición de su vida era un cartel en la puerta de la galería que decía "vuelvo enseguida". Nadie puede decir que en su trayectoria no hay coherencia, pero en la galería descartan que esta vez se trate de un chiste, sino que Cattelan, nacido en Padua en 1960, suele transformar objetos cotidianos en "vehículos tanto de deleite como de crítica". Según el galerista, llevaba un año trabajando en esta pieza, primero en bronce y luego en resina, y no sabía cómo terminarlo. "
Al final, un día me desperté y dije 'se supone que el plátano es un plátano'", dijo a Artnet el artista a través del celular del galerista. Cattelan no se ha dejado ver por la costa estadounidense.
Desde 2011 el artista repite que abandonó el arte. Cuando estuvo en Buenos Aires en septiembre de 2018, durante el evento Art Basel Cities, confirmó al medio La Nación -en una excepción a su regla de tampoco dar notas-, que seguía en crisis con el arte y con ganas de cambiar de ambiente.