La alimentación es clave en eventos tan largos e intensos como Lollapalooza, que se desarrolla cada día por por once horas, entre las 12 AM y las 11 PM. Es por ello que la producción del festival dispone una serie de stands gastronómicos, que ofrecen comida y bebida a los asistentes.
Estos lugares son esenciales para el abastecimiento de las miles de personas que van a ver a sus artistas y bandas favoritas, puesto tienen prohibido el ingreso de alimentos y bebidas. Prácticamente, son la única opción que tienen al interior del Parque Bicentenario de Cerrillos.
Haciendo un recorrido por el desarrollo del festival se pudo dibujar un rango de precios, entre los $1.500 y $17.990 pesos en los stands. Siendo lo más barato un cono de helado o un paquetito de M&M’s, mientras que lo más caro una bandeja de seis donas con dos refrescos.
Si bien el número de puestos durante estos días fue alto, la variedad no lo era tanto: la mayoría ofreció
hamburguesas. Algunas de ellas -como en "The Queen Burger" y "The World Burger"- disponían promociones de $12.000, que integraban el dicho producto, más papas fritas y refrescos. En otros lugares, como "La Picá del Chef" el precio también rodeaba los $11.000.
Asimismo, hubo varias opciones para los vegetarianos. Una de ellas "Salvador Vegetal", con comida entre los $6.990 y $12.990, destacando su bandeja de berenjena frita con mote y los tteokbokki. En "La Factoría" los sándwiches de seitán costaba unos $8.000, las hamburguesa con papas fritas de «NotCo» unos $7.500 y en Riki $7.500.
El patio de comida también consideraba otras ofertas, como brochetas entre $5.000 y $6.500, handrolls a $5.000, gohans a $9.500 y completos por $4.000. También habían muchos locales de pizzas -como Pizzahut, Dominó, Papas Johns y Melt- que ofrecían sus productos entre los $6.500 y $8.500.
Algunos de los puestos con más afluencia eran las cadenas de comida rápida como Subway, Dunkin Donuts, Tarragona y Doggis, con precios entre los $5.000 y $17.990. Junto con ellos, también estaba McDonalds, con un stand customizado con los colores de la marca.
Si bien en este conocido restaurante se encontraba lo más barato, el cono de helado de $1.500 pesos, se notó un aumento en los precios de sus productos. Usualmente un combo de la conocida hamburguesa BigMac cuesta $6.750 pesos, pero en Lollapalooza estaba a $7.500 la hamburguesa sola y a $2.600 las papas fritas.
Es decir,
un 49,6% más caro, sin contar el precio de las bebidas los que estaban pactados a $2.500 en los otros stands.
Por último, otras de las opciones para abastecerse eran los comerciantes autorizados quienes circulaban por alrededor del parque y frente a los escenarios. Entre ellos habían bebidas energéticas a $3.000, cervezas sin alcohol a $2.500, conos de papas fritas a $4.500 y hamburguesas a $7.500. También habían bolsas de snacks, a $3.000 los 120 gramos.
Los pros y contras del sistema
La venta de estos artículos se efectúa con una colorida pulsera que porta un código QR, la que además sirve para el acceso del festival. Este brazalete cuenta con un sistema conocido como "cashless", que se carga con crédito vía online o en cajeros establecidos dentro del parque.
Según explica la especialista en producción de eventos masivos, Antonia Barros, "este sistema se usa para unificar las formas de pago dentro de ferias y festivales, lo que le permite a proveedores y trabajadores no manejan dinero en efectivo y ni lectores de tarjetas".
"De cara a la organización, permite tener una vista centralizada de todo el dinero e inventario que se transa en el evento, y pro ende, mayor control de la recaudación y facturación total", dice la jefa de operaciones y servicios de Glovox a Emol.
La especialista destaca distintos beneficios, entre ellos la seguridad. Esto debido a que no es necesario andar con dinero, lo que evita robo de efectivos y tarjetas bancarias. Asimismo, Barros enfatiza la posibilidad de darle autonomía a los niños y la simplificación del cobro de comisiones.
"Sin embargo
el costo de implementación es muy alto, el hardware -la máquinas de carga, el cobro y las pulseras- presentan una inversión importante para la producción.
Eso siempre se ve reflejado en un alza de costos a los clientes y proveedores", explica.
"En muchos festivales en Europa se ha optado por eliminar los sistemas cashless y optar por softwares que se instalan directamente en los lectores de tarjeta y que permiten pagar directamente con las tarjetas bancarias en los puntos de venta del festival", agrega Barros.
Y puntualiza: "Estos sistemas tienen los mismos beneficios para la producción en términos de reportes y centralización de cobro, pero de cara al cliente presentan menos roces, ya que no es necesario precargar tarjetas ni hacer filas en cajas del recinto para llenar los monederos virtuales".