JERUSALÉN.- La adolescente Shira Banki, atacada por un extremista ultraortodoxo durante la marcha del orgullo gay en Jerusalén el jueves pasado, fue enterrada hoy en Israel.
El funeral se ofició en el kibutz (granja colectiva) Najshón, a mitad de camino entre Jerusalén y Tel Aviv, con la participación de miles de personas -entre ellas numerosos adolescentes y miembros de la comunidad homosexual- y sin la presencia de cámaras de televisión.
Banki, de 16 años, fue apuñalada el jueves durante una marcha del colectivo de gais, lesbianas y transexuales de Jerusalén, en la que se protestaba por la indiferencia de las autoridades israelíes frente a los constantes ataques y la discriminación que sufren estas personas.
"Esta ha sido una muerte innecesaria de una adolescente que no llevaba dentro ningún mal y que estaba llena de buenas intenciones", dijeron hoy durante el sepelio sus padres, Uri y Mika, dos conocidos abogados de Jerusalén, en una alocución facilitada a la prensa.
"No tenemos ninguna disputa con aquellas personas que llevan solideo o barba", aseguraron los padres de la joven en alusión al atacante, el ultraortodoxo Yishai Shlizel, y advirtieron de los peligros de la intolerancia.
Según afirmó a los medios la expresidenta del Tribunal Supremo israelí Dorit Beinish, amiga de la familia, "no hay palabras para expresar la conmoción. Esta es una desgracia para todos nosotros, no sólo para la familia".
Shlizel, que acababa de salir de prisión por un ataque idéntico cometido en 2005, se abalanzó el jueves sobre un grupo de personas que participaban en la marcha y, en medio de la confusión, llegó a apuñalar a seis de ellas, antes de ser reducido por la policía.
Banki, quien sufrió las heridas más graves, falleció el domingo en el hospital de Jerusalén en el que estaba ingresada.
El ataque, registrado un día antes de que presuntos extremistas judíos matasen a un bebé palestino en una acción con cócteles molotov en la aldea cisjordana de Duma, provocó la condena generalizada de la sociedad israelí.
El sábado pasado, miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades del país para exigir tolerancia y condenar ambos sucesos, en una ola de solidaridad que reunió a políticos de derechas e izquierda.