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EE.UU. sigue buscando a desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial

En bosques de Alemania o en las junglas de Papúa-Nueva Guinea, equipos del organismo que se ocupa de los prisioneros de guerra o de los perdidos en combate que depende del Pentágono.

10 de Agosto de 2015 | 11:18 | AFP
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La agencia emplea arqueólogos, historiadores, médicos forenses y dispone en Hawai de laboratorios ultramodernos para identificar los restos.

AP
WASHINGTON.- "Me han devuelto a mi padre": aún hoy el gobierno estadounidense sigue gastando decenas de millones de dólares al año para devolver a las familias los cuerpos de soldados desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial.

En bosques de Alemania o en las junglas de Papúa-Nueva Guinea, equipos del organismo que se ocupa de los prisioneros de guerra o de los perdidos en combate (POW/MIA), que depende del Pentágono, investigan y hurgan en diferentes lugares para encontrar a soldados estadounidenses y, cuando es posible, devolverlos al país.

La agencia emplea arqueólogos, historiadores, médicos forenses y dispone en Hawai de laboratorios ultramodernos para identificar los restos.

"Cuando trabajo en un caso, me acuerdo de esta mujer" que décadas después pudo finalmente conocer la suerte de su padre, un soldado desaparecido en un bosque alemán, explicó a la AFP el doctor Stephen Johnson, uno de los historiadores de la agencia POW/MIA.

Esta madre y abuela "encontró la paz" al conocer, de manera precisa, la suerte de su padre, muerto cuando ella tenía 18 meses, explicó.

Sandi Jones, de 60 años, quien reside en Montana (norte), sintió una alegría inmensa cuando la agencia la llamó en 2014 para decirle que su tío William D. Bernier había sido encontrado 70 años después de haber caído con su avión en la jungla de Nueva Guinea.

"Quedé completamente pasmada", afirma Jones. El joven cuya fotografía había recuperado, aquel sobre quien los abuelos jamás quisieron hablar, podrá ahora descansar cerca del rancho familiar.

Las Fuerzas Armadas estadounidenses han repatriado y enterrado con honores al soldado perdido en presencia de responsables de la Fuerza Aérea. Y le entregaron a la familia el anillo masónico del joven teniente, tras haber establecido que entre la tripulación, William D. Bernier era el único miembro de una logia masónica y el único susceptible, pues, de ser el propietario de esta reliquia anónima.

"Una preocupación humanitaria"

Según el doctor Stephen Johnson, esta voluntad de recuperar, cueste lo que cueste, los cuerpos de los soldados perdidos se remonta a los orígenes de la historia de Estados Unidos.

El general George Washington, el primer jefe del Ejército norteamericano, "pensaba que la fidelidad del Ejército a la nación estaba directamente vinculada a la fidelidad de la nación a su Ejército", explica.

"No se deja de ser un militar estadounidense por haber muerto", subraya.

Es este principio el que empuja a la POW/MIA a preparar la exhumación de 388 marinos y marines muertos en el acorazado "Oklahoma" en Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.

Los cuerpos no identificables tras permanecer semanas en el agua fueron enterrados en el cementerio nacional del Pacífico. Pero la agencia espera identificar las osamentas, gracias a los análisis dentarios y de DAN. Una tarea dantesca si se tiene en cuenta el hecho de que los restos están mezclados, explica el doctor Johnson.

Pero la agencia está presionada por el Congreso, que le fijó el objetivo de identificar 200 cuerpos al año -cuando hasta el presente no llega a identificar más que unos 70 al año.

También recibe presiones de organizaciones privadas, como History Flight, que acaba de encontrar con un equipo multidisciplinario los restos de varias decenas de marines en el atolón de Tarawa, en el Pacífico.

El hallazgo se produjo tras una búsqueda iniciada en 2007 que costó cerca de 1,5 millón de dólares, según el presidente de la asociación, Mark Noah, que busca encontrar desaparecidos cuando al principio se interesó únicamente en el hallazgo de aviones perdidos.

"Para nosotros es una preocupación humanitaria" respecto de las familias, de numerosos niños o allegados a los desaparecidos que aún viven, destaca Noah, un piloto comercial de 50 años.

Un poco más de 73.000 soldados estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial siguen desaparecidos o no han podido ser identificados, según cifras oficiales. Pero cerca de 40.000 de ellos probablemente han desaparecido para siempre, en particular los perdidos en el mar.
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