BEIJING.- La cifra de muertos por las explosiones ocurridas el pasado 12 de agosto en la ciudad china de Tiajin ascendió hoy a 123, tras el hallazgo de dos nuevos cadáveres, informaron las autoridades locales.
Otras 50 personas permanecen desaparecidas, añadieron los representantes del gobierno municipal de la urbe nortina en una rueda de prensa, aunque el número de personas sin encontrar ha registrado grandes oscilaciones desde el día en que tuvo lugar la tragedia.
Un total de 624 personas se encuentran hospitalizadas, de las cuales 44 están graves o muy graves, mientras que otras 169 han recibido el alta.
Todos los fallecidos han sido identificados y, de las 123 personas que perdieron la vida, 70 eran bomberos y siete policías.
El almacén donde se produjeron los hechos contenía unas 3.000 toneladas de productos químicos peligrosos, incluyendo unas 700 toneladas de cianuro de sodio, un compuesto altamente tóxico que puede ser mortal y que explota en contacto con el agua.
Los equipos de rescate y el Ejército chino tratan de limpiar la zona de las explosiones y de retirar de allí las sustancias peligrosas, aunque su labor se está prolongando más de lo esperado y se ve entorpecida por los constantes incendios que siguen declarándose en la zona.
Sólo este viernes se abrieron cuatro nuevos focos de fuego en la terminal de contenedores de Tianjin.
Se han retirado 200 de las 700 toneladas de cianuro de sodio del almacén y también se han extraído 3.060 toneladas de agua contaminada, la que quedó en el cráter de la "zona cero" de las explosiones, según informó el teniente de alcalde de Tianjin, Wang Hongjiang, este sábado.
Mientras tanto, los restos de las sustancias tóxicas que se almacenaban en la planta de las explosiones se han dispersado por sus alrededores.
Las propias explosiones esparcieron restos de cianuro de sodio que llegaron hasta los edificios residenciales cercanos al puerto, pero además se ha filtrado al mar y al suelo.
Pese los esfuerzos de las autoridades por asegurar que la contaminación de la zona se encuentra dentro de los niveles habituales, empieza a cundir entre la población el temor a una catástrofe medioambiental.