TOKIO.- La policía japonesa instó el miércoles a la vigilancia nacional por temor a posibles ajustes de cuentas entre yakuzas después de una escisión dentro de la banda mafiosa más importante.
La advertencia emanó de la Agencia de Policía Nacional (NPA) tras una reunión urgente de oficiales especiales de las 47 prefecturas del país.
"No disponemos de informaciones precisas a día de hoy sobre el hecho de que vaya a degenerar la situación, pero en el pasado se produjeron incidentes que involucraron a simples ciudadanos", explicó Takashi Kinoshita, jefe del departamento de criminalidad organizada de la policía nacional.
El clan Yamaguchi (Yamaguchi-gumi), considerado el mayor sindicato del crimen de Japón, totalizaría unos 23.000 miembros y asociados, sobre unos 60.000 para el conjunto de grupos yakuza listados en Japón.
Según informaciones recopiladas por las fuerzas del orden, el sindicato ha expulsado a 13 dirigentes de facciones y 11 se mueven para formar un nuevo grupo que podría aliarse con otros truhanes.
Al igual que sus primos italianos de la mafia o chinos de las tríadas, los yakuzas viven sobre todo del juego, droga y prostitución, pero también se han introducido con el paso de los años en numerosos sectores de la actividad (obras públicas, reciclado, contratación de personal, etc.) en los que perturban las reglas y extorsionan a empresas.
La existencia de estos clanes como tales está autorizada, aunque parte de sus actividades esté prohibida. Según los sociólogos, la presencia de yakuzas reduce la pequeña delincuencia, "controlada" por estas organizaciones.
No obstante, desde que la policía decidió combatir con un poco más de energía el crimen organizado, los yakuzas pasan por momentos difíciles.