BEIJING.- El Gobierno chino insiste en que elegirá al próximo dalai lama a pesar de que lo diga el actual, quien ha dejado en el aire la cuestión de su reencarnación con opciones que van desde hacerlo fuera de China tras su muerte hasta que esta tradición se acabe.
En un libro blanco publicado hoy sobre el Tíbet, el segundo este año, Beijing defiende su "derecho" sobre la reencarnación del dalai lama y repasa todos los casos anteriores en los que el Ejecutivo aprobó a las personas que llevaron este título como evidencia.
La cuestión de la reencarnación ha sido uno de los motivos de discusión este año entre el Gobierno chino y el dalai lama, dada la avanzada edad del líder budista, que cumplió en julio 80 años.
Además, el informe, titulado "La exitosa práctica de la autonomía étnica regional en el Tíbet", critica la actitud del líder espiritual exiliado en la India y le tacha de "separatista".
"Durante años, la camarilla del dalái lama, conspirando por la independencia del Tíbet, ha predicado por el llamado 'camino intermedio' (...) presionando para un mayor grado de autonomía, negando así la autonomía regional étnica del Tíbet", destaca el documento.
El dalai lama ha rechazado buscar la independencia de la región, si bien reclama una autonomía real para Tíbet dentro de China a lo que denomina el "camino intermedio".
El Gobierno chino publica hoy el informe en el marco del 50 aniversario de la fundación de la región autónoma del Tíbet para reivindicar las libertades en las que, asegura, vive la población tibetana así como documentar el desarrollo de la región.
Ya como práctica habitual, el régimen comunista aporta numerosos datos del crecimiento económico del Tíbet para defender su postura, si bien obvia los conflictos sociales como las incesantes inmolaciones de tibetanos en protesta por las políticas de Beijing, documentadas por organizaciones no gubernamentales.
Tampoco recoge las restricciones de entrada o salida de la región, donde, por ejemplo, los periodistas extranjeros siguen siendo vetados.
China considera a Tíbet parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos argumentan que la región fue durante décadas independiente en la práctica hasta su ocupación por las tropas comunistas en 1951.