MÚNICH.- La tradicional fiesta de la cerveza comenzó este sábado en Múnich, en el sur de Alemania, donde las autoridades tomaron medidas para evitar incidentes entre los numerosos refugiados que llegaron en los últimos días y los visitantes que acudan al evento.
El alcalde de la capital bávara, Dieter Reiter, inauguró a las 12:00 horas (7:00 en Chile) la 182º edición de la Oktoberfest, el mayor festival dedicado a la cerveza en todo el mundo, al servir la primera pinta.
Este sábado se prevé la llegada de unos 400.000 visitantes del mundo entero. Muchos turistas adoptaron la vestimenta tradicional: pantalón corto de piel y tirantes bordados para los hombres, blusas plisadas y muy escotadas para las mujeres, todo diseñado para acomodar unas barrigas tensas por el alcohol.
La fiesta, que empezó celebrándose en octubre para conmemorar el matrimonio de Luis II de Baviera, se adelantó para disfrutar de un clima más agradable. En sus 16 días de duración, se prevén seis millones de participantes, que deberían dejar unos 1.000 millones de euros para la economía local.
Pero Múnich afronta este año la llegada de numerosos refugiados –40.000 en los dos últimos fines de semana– que huyen principalmente de Siria, Afganistán e Irak, aunque el restablecimiento de los controles en la frontera con Austria, el pasado domingo, redujo su afluencia.
Las autoridades quieren "separar los distintos grupos para que no se produzca ninguna situación de conflicto", sobre todo con "los solicitantes de asilo de países musulmanes, que no están acostumbrados a encontrarse en público con gente sumamente ebria", dijo el ministro bávaro del Interior, Joachim Herrmann.
Wilfried Blume-Beyerle, encargado de la Oktoberfest en el gobierno bávaro, explicó que los visitantes de la fiesta serán orientados directamente hacia la salida sur de la estación, cerca del Wiesn, el lugar donde se reúnen los bebedores de cerveza.
Los migrantes saldrán por el norte, donde unos voluntarios los acogen cada día con comida, bebida y otros productos de primera necesidad.