BRASIL.- Luego de que el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) propusiera al parlamento rechazar las cuentas públicas del Gobierno de Dilma Rousseff por supuestas irregularidades, el nombre que más resuena dentro de la actualidad política brasileña es el del polémico y carismático Presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha.
Es el principal crítico del Gobierno, a pesar de ser miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado del Partido de los Trabajadores que actualmente está en el poder.
Cunha, se hizo conocido a través de un programa radial de Río de Janeiro y cuando obtuvo su cargo, lo celebró con una ceremonia de la iglesia evangélica. Hoy es líder de la Cámara brasileña y el responsable de aceptar o rechazar los pedidos de juicio político contra la Presidenta, tras la acusación del Tribunal.
Esto, si es que la Cámara decide tomar el consejo del ente fiscalizador de la contabilidad fiscal y procede a rechazar la validez del balance en el que se habría omitido deudas que suman 27.300 millones de dólares.
Principal opositor
El economista de 56 años, le declaró la guerra a la Presidenta Rousseff luego de que se le acusara de estar involucrado en el escándalo de corrupción de la petrolera estatal Petrobras, por recibir un soborno de US$5 millones. El parlamentario rechazó tajantemente la denuncia y acusó al Ejecutivo de ser responsable de un "plan" para debilitarlo.
Con las irregularidades publicadas por el TCU, Cunha es el principal impulsor de llevar a la mandataria a un proceso de 'impeachment' o juicio político. Y no sería el único, pues según se informó en medios locales, el líder legislativo tiene sobre la mesa decenas de solicitudes para abrir el proceso que podría sacar a la presidenta del poder.
Sin embargo, el presidente de los diputados ha perdido credibilidad. Esto, luego de las acusaciones de corrupción en su contra y por mantener cuentas en Suiza que fueron canceladas por sospechas de lavado de dinero.
Esta mancha en su historial, le ha significado perder parte del respaldo de los sectores de derecha con los que estaba aliado y ser protagonista de rumores de renuncia, los que descartó de inmediato. "No existe ni la menor posibilidad de que yo renuncie", enfatizó.
Aún dentro de la férrea oposición, Cunha afirmó este jueves que el análisis de las cuentas públicas de la Presidenta Dilma Rousseff será lento. Según proyectó, la votación de la contabilidad relativa al ejercicio de 2014, se realizará el año próximo y recalcó que "no hay plazo" máximo para concluir las deliberaciones.
Agregó que le resulta "improbable" que la Comisión de Presupuesto del Congreso y posteriormente el plenario, adopte la recomendación del Tribunal de Cuentas.
El sucesor
En el caso de que los parlamentarios decidan rechazar las cuentas fiscales y someter a un proceso judicial político a Rousseff, existe la amenaza de que la mandataria sea destituida de su cargo.
Si aquello sucede, quien asume el liderazgo del país es el vicepresidente Michel Temer. Sin embargo, él y la jefa de Estado también deben enfrentar paralelamente la investigación del Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil, que decidió reabrir una Acción de Impugnación de Mandato Electivo contra ambas autoridades.
De ser declarados culpables por poseer irregularidades en el financiamiento de la campaña electoral de la reelección de Rousseff en 2014, podrían ser suspendidos de su cargo.
Así, el sucesor efectivo en la cabeza de Brasil, sería el Presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien se mantendría en el poder por tres meses hasta llamar a nuevas elecciones.
