SANTIAGO.- Para sus seguidores es el "salvador", pero sus críticos lo llaman "Sultán". Recep Tayyip Erdogan es Presidente de Turquía y este domingo celebró la victoria de su formación, el islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP), luego de obtener la mayoría absoluta en las elecciones legislativas.
Erdogan, economista de 61 años, es a ojos de sus partidarios el hombre del milagro económico y del fin de la dirigencia de los laicos. Sus detractores, en tanto, lo llaman "dictador" o "sultán", por su afán por el otomanismo y su actuar autoritario.
Sus fanáticos lo ven como un "hombre del pueblo" por su origen humilde, lo que explica su popularidad. Fundó el AKP en 2001 y se convirtió en mandatario dos años más tarde, en medio de una grave crisis financiera. Con una fórmula que combinaba el islamismo con políticas económicas, muchos vieron en él un futuro prometedor y le dieron la mayoría absoluta en las elecciones de 2003.
Sin embargo, su inclinación por incluir nuevamente la religión a la política lo obligó a esperar para asumir su nuevo cargo. Sus opositores le pusieron un veto por haber pasado diez meses en la cárcel tras leer un poema religioso-político.
Tras su llegada al poder, Turquía experimentó su década de oro y un brillante impulso económico. Se logró pagar las deudas internacionales y se generó un boom en la construcción urbana.
Incluso las relaciones con los kurdos, la minoría étnica que busca el reconocimiento de su pueblo en Turquía, iban viento en popa luego de que acordaran con Erdogan establecer conversaciones para la paz.
Pero en 2013, cerca de 50 activistas se reunieron para expresar su rechazo a la construcción de un centro comercial que implicaría una gran tala de árboles en el parque de Gezi. Erdogan reaccionó con represión, lo que provocó una serie de protestas masivas a nivel nacional.
El Mandatario dejó caer la violencia del Gobierno en los manifestantes para dar fin a los reclamos, lo que finalmente terminó con ocho jóvenes muertos. Fue en esa ocasión, que su apodo de "dictador" cobró vida.
Hoy es criticado por su reciente intervención de dos diarios y dos canales de televisión del grupo Koza-Ipek, crítico con el Gobierno del partido islamista AKP.
Líder popular
Aún con los cuestionamientos que afectan su mandato, el jefe de Estado confirmó en las urnas que sigue siendo el líder turco más popular. Con su intervención, el partido logró alcanzar el 49% de los sufragios.
Pero el partido sufrió un grave revés en las elecciones generales de junio de este año, cuando el AKP perdió la mayoría absoluta en el parlamento alcanzando solo un 40% de los votos. Con ello, el Gobierno decía adiós a la dirección unipartidista, para pasar a una coalición. Pero nunca estuvo en los planes de Erdogan que el partido gobernara acompañado.
Por semanas, dejó que se estancaran las conversaciones para la formación de un Gobierno de coalición. Tras pasar el plazo establecido, el Mandatario constató el fracaso del proceso y llamó de nuevo a las urnas, por cuarta vez en dos años.
Cambio constitucional
El apodo de "Sultan", también se debe a su búsqueda constante por mantenerse en el poder. Cambió la ley para que el cargo de presidente dejara de ser responsabilidad del parlamento y pasara a ser sometido a votación popular. Así, logró adjudicarse el título de Presidente en 2014, con el 52% del apoyo del electorado.
Hoy su objetivo es otro: cambiar la Constitución para convertir a Turquía en una república presidencial con una menor rendición de cuentas. Con los resultados del 1 de noviembre, el oficialismo obtiene 316 escaños parlamentarios de un total de 550.
Si bien son mayoría absoluta, no alcanza para cumplir con las aspiraciones de Erdogan. Necesitaba al menos tres quintas partes de los escaños para que el AKP decidiera él solo aprobar la misiva, 14 más de lo que obtuvieron.
Ante el inesperado escenario Erdogan deberá acudir a un nuevo plan para llevar a cabo sus objetivos para el futuro de Turquía.