MOSCÚ.- Las causas de la caída de un airbus ruso el sábado en Egipto todavía se desconocen, a la espera de la información de las cajas negras, si bien el grupo yihadista Estado Islámico (EI) ya sembró la duda al reivindicar la autoría de la muerte de los 224 ocupantes.
Mientras las labores de búsqueda continúan en el Sinaí, en el noreste de Egipto, el análisis de las dos cajas negras debería comenzar el martes en El Cairo, según responsables egipcios.
Este procedimiento, destinado a analizar estos dispositivos que registran los parámetros de vuelo y las conversaciones a bordo, podría durar semanas, inclusos meses si se encuentran dañados.
La comisión gubernamental rusa, que supervisa la investigación, debe reunirse el martes a partir de las 5:00 GMT.
La aerolínea rusa Metrojet explicó el lunes que sólo una "acción externa", que no precisó, puede explicar lo ocurrido, descartando a su paso la posibilidad de un "fallo técnico o error de pilotaje" dado el "excelente estado" del avión.
En este escenario, las miradas se centran en la rama egipcia del EI. Desde el mismo sábado, esta organización extremista ha reivindicado la destrucción del Airbus en represalia por los bombardeos rusos en Siria contra yihadistas.
Sin embargo, la agencia federal rusa encargada del transporte aéreo, Rosaviatsia, considera "prematuras" las primeras conclusiones de Metrojet.
"No hay ninguna razón [por ahora] para sacar conclusiones sobre las causas de la destrucción en vuelo del aparato", declaró su director, Alexandre Neradko, estimando que se necesita "mucho trabajo" de análisis de los restos y de las cajas negras.
Las autoridades rusas, así como las estadounidenses, confesaron desconocer una eventual implicación de los yihadistas.
"No sabemos realmente" si el EI está implicado, indicó el jefe de la inteligencia estadounidense, James Clapper, quien estimó "improbable" que los yihadistas cuenten con medios adecuados para derribar un avión comercial en vuelo, aunque no lo excluyó completamente.
La gran dispersión de restos y cuerpos en el desierto del Sinaí, bastión de la rama egipcia del Estado Islámico, confirma que el avión se desintegró en el aire, a diferencia de las aeronaves que se estrellan accidentalmente o voluntariamente.