BANGKOK.- Bajo el foco de la comunidad internacional, unos 35 millones de personas están llamadas a votar el 8 de noviembre en las primeras elecciones generales celebradas bajo un Gobierno democrático en Myanmar desde los años 60.
La Liga Nacional para la Democracia (NLD), encabezada por la opositora y nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, se perfila como el partido ganador, según los analistas, aunque su líder no pueda aspirar a convertirse en presidenta.
Según la Constitución, el candidato presidencial no puede tener marido o hijos extranjeros y Suu Kyi estuvo casada con un británico y sus dos hijos tienen pasaporte del Reino Unido.
No obstante, la nobel de la Paz ha reiterado durante la campaña que, si su partido gana las elecciones y forma Gobierno, ella liderará el país "sea o no sea Presidenta".
Suu Kyi repetirá su candidatura a la Cámara baja, donde ocupa un asiento desde las elecciones parciales de 2012.
El actual jefe del Estado, Thein Sein, aún no ha confirmado si volverá a optar a la presidencia, aunque su formación, el Partido para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión, le ha expresado su apoyo.
El Presidente, que tiene un mandato de 5 años y es quien forma el Gobierno, y los dos vicepresidentes, son elegidos en un complejo proceso en el Parlamento bicameral que puede alargarse hasta marzo del año que viene.
Excepto por algún episodio de violencia aislado, la campaña electoral que comenzó en septiembre ha transcurrido con relativa normalidad.
Alrededor de 9.400 observadores locales y más de un millar de extranjeros, incluido un equipo de la Unión Europea, supervisarán la votación en unos 46.000 colegios electorales, en los que concurren alrededor de 90 partidos y más de 6.000 candidatos en todo el país.
Exceptuando el 25 por ciento de los asientos reservados por ley a los militares, están en liza 168 escaños en la Cámara alta y 330 en la Cámara baja, así como 644 asientos en los parlamentos regionales y estatales.
Los partidos de las minorías étnicas, que representan cerca del 30 por ciento de los 51 millones de habitantes del país, aspiran a ganar una porción significativa del voto.
Sin embargo, los combates entre el Ejército y algunas guerrillas de las minorías, como los kachin, palaung o kokang, evitarán que sus habitantes puedan ejercer su derecho al sufragio en algunas zonas, sobre todo en el noreste.
Más de medio millón de rohinyás, una minoría musulmana, tampoco podrán votar debido a que el Gobierno invalidó sus carnés de identidad temporales, según Amnistía Internacional, y numerosos musulmanes han sido descalificados como candidatos.
La oposición ha denunciado errores en las listas electorales, mientras que gran parte de los inmigrantes birmanos en países como Tailandia, donde hay más de dos millones, no han podido depositar su papeleta en la votación anticipada por problemas técnicos o falta de información.
El Gobierno de Estados Unidos ha expresado su preocupación por la discriminación de los musulmanes, especialmente los rohinyá, y los más de 90 prisioneros de conciencia detenidos en el país en los últimos cuatro años.
No obstante, algunos diplomáticos son más optimistas sobre las elecciones y el proceso de reformas, que fueron iniciadas en 2011 con la liberación de miles de presos políticos, la relajación de la censura en la prensa y la apertura económica.
Myanmar celebró sus últimas elecciones bajo un Gobierno democrático en 1960, dos años antes del golpe de Estado que instauró la primera junta militar.
En 2010, la última junta militar organizó unos comicios criticados por la falta de transparencia y un año después cedió el poder a un Gobierno civil, formado por ex generales afines al antiguo régimen.