PARIS.- La policía francesa buscaba el sábado a los posibles cómplices de ocho agresores que aterrorizaron asistentes a conciertos, clientes de cafeterías y aficionados al fútbol en los peores atentados que ha sufrido el país en tiempos de paz, una sucesión de explosiones y tiroteos en París que arrojaron una oscura sombre sobre este luminoso destino turístico.
Los parisinos que se fueron a dormir horrorizados por las primeras noticias de los ataques se despertaron el sábado para descubrir que al menos 160 personas habían muerto y decenas estaban heridas.
Jefes de gobierno de todo el mundo expresaron sus condolencias e indignación, la policía de Nueva York aumentó las medidas de seguridad y gente de todo el mundo se puso en contacto con sus amigos y seres queridos en Francia.
Los autores de los ataques seguían siendo un misterio. Se desconocía su nacionalidad, sus motivos e incluso su número exacto.
Las sospechas se centraban en extremistas islámicos, airados por las operaciones militares francesas contra el grupo Estado islámico y filiales de Al Qaeda.
Extremistas islámicos atacaron este año la revista satírica Charlie Hebdo y otros lugares judíos y de otra clase en el pasado.
El presidente francés, François Hollande, convocó una reunión especial de seguridad el sábado por la mañana. Prometió ser "inmisericorde" con los enemigos del país, tras lo que describió como atentados terroristas sin precedentes.
En una forma de ataque inaudito en Francia, siete atacantes murieron en atentados suicidas, dijo la Fiscalía de París.
Otro murió por disparos de la policía y la portavoz de la fiscalía Agnes Thibault-Lecuivre dijo que las autoridades no podían descartar que hubiera otros agresores fugados. Los investigadores también buscaban posibles cómplices.
Ataques simultáneos
Tres suicidas se inmolaron alrededor del estadio nacional Stade de France, en el norte de la capital, donde el presidente francés asistía a un amistoso entre las selecciones de fútbol francesa y alemana.
Después, el ruido de los disparos ahogó el tintineo de las copas en un popular barrio parisino. La sangre llegó al asfalto después de que los agresores abrieran fuego contra una serie de cafeterías de moda, abarrotadas como es habitual los viernes por la noche. Unas 37 personas murieron allí, según el fiscal de París François Molins.
Los atacantes asaltaron entonces una sala de concierto, el Bataclan, donde iba a actuar una banda estadounidense de rock, en la peor matanza de todas.
Abrieron fuego sobre el público aterrado y después los tomaron como rehenes. Cuando la policía cercó a los agresores, tres de ellos se mataron detonando explosivos que llevaban pegados al cuerpo, dijo el jefe de la policía de París, Michel Cadot.
Otro agresor se inmoló en el boulevard Voltaire, cerca de la sala de conciertos, dijo la oficina del fiscal.