SANTIAGO.- Ya lo dijo el ex Premier británico Winston Churchill en 1939: "No puedo decirles qué hará Rusia. Es una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un enigma". Setenta y seis años después, la frase sigue tan vigente como aquella vez, aún más con Vladimir Putin al mando en el Kremlin, sobre todo ahora, al entrar de lleno en la lucha contra el Estado Islámico en Siria.
De carácter fuerte y siendo uno de los líderes con más poder en el mundo el Presidente de Rusia fue catalogado como el nuevo "Zar" por su estricta disciplina. Además, es considerado como alguien que provoca tantos agrados como resquemores en el sistema internacional.
Según la revista Forbes, Putin es la persona más poderosa de 2015. Por tercer año consecutivo, el líder del Kremlin se adjudicó la cúspide del ranking que realiza la publicación, superando a personajes como la canciller alemana, Angela Merkel, el Papa Francisco y hasta el mismo Presidente de EE.UU., Barack Obama.
Es el jefe de Estado ruso que más tiempo ha estado en el poder tras la caída de la Unión Soviética, con tres mandatos desde el año 2000. Hoy goza de gran aprobación entre los ciudadanos que dirige, con un 90% del apoyo en el mes de octubre.
Siguiendo su estilo disciplinado y estricto, es un gran cultor de las artes marciales, siendo cinturón negro tanto en judo como en karate.
Tras su llegada al poder, Putin ha declarado su aspiración porque Rusia llegue a ser la potencia más importante a nivel mundial. "Nadie debe abrigar ilusiones sobre la posibilidad de lograr una superioridad militar sobre Rusia. Esto no lo permitiremos jamás", afirmó en 2013.
A pesar de ello en 2014 fue nominado como candidato al Premio Nobel de la Paz y actualmente, lidera la encuesta anual de la revista norteamericana Time para escoger al "personaje del año", trofeo que ya ganó en 2007.
"Putin continúa demostrando que es uno de los pocos hombres en el mundo suficientemente poderoso para hacer lo que quiera y salirse con la suya", afirmó Forbes en su publicación.
Conflicto con Ucrania
Sin embargo, el odio hacia Putin es bastante alto y gran parte de esto se debió luego del conflicto en Crimea hace dos años. El Mandatario ruso impulsó la aspiración secesionista de la localidad situada al sur de Ucrania, lo que terminó con un referéndum y la posterior anexión rusa de la zona en 2014.
La misiva le valió una serie de sanciones económicas y políticas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. Fue expulsado del grupo internacional G8, del que son miembro los países más poderosos, y su moneda cayó drásticamente.
Sin embargo, el líder soviético de 63 años se mantuvo inmune y rechazó las críticas de sus opositores. "No les crean a aquellos que tratan de asustarlos con Rusia", dijo Putin. "No queremos una partición de Ucrania, no lo necesitamos", añadió.
Aún apoyando a los separatistas prorrusos en Ucrania, Putin reprimió a quienes insinuaron una idea cercana al autogobierno en una de sus regiones, lo que también le valió duras críticas.
Presencia en Siria
Por otro lado, su relación con el Presidente sirio Bashar al-Assad, le ha causado grandes reproches desde occidente. Putin decidió dar soporte militar al Mandatario que se encuentra en guerra interna con los rebeldes y, por otro lado, con el Estado Islámico (EI).
Si bien, el Presidente ruso ha asegurado que sus acciones en Siria sólo implican bombardeos contra los yihadistas, algunos afirman que la intervención soviética también ha alcanzado a los opositores de Al Assad, que son respaldados por EE.UU.
Pero tras los atentados en París y el ataque a un Airbus ruso en Egipto donde murieron 224 personas, Putin se acercó a su rival norteamericano. El objetivo era la formación de una alianza de colaboración y coordinación militar en contra del enemigo en común: el Estado Islámico.
Sin embargo, otro avión ruso fue derribado. Esta vez un bombardero que se encontraba en misión en Siria. El responsable fue Turquía, que rechaza al Gobierno de Al-Assad y que denunció que la aeronave del Kremlin cruzó la frontera y se posicionó en cielo turco. Mientras, Putin acusó a las autoridades de ese país de ser "cómplices del terrorismo".
El incidente tensionó las relaciones no solo con Tuquía, si no que con todo occidente, por lo que la participación del jefe de Estado ruso en la alianza de cooperación contra el terrorismo (y repitiendo las palabras de Churchill) aún es incierta.