SANTIAGO.- El 23 de noviembre del año 2006, Alexander Litvinenko, ex espía ruso y funcionario de los servicios de inteligencia británicos, murió en un hospital de Londres a causa de la ingesta de una sustancia radioactiva.
Este jueves, las
investigaciones de la justicia británica sobre su fallecimiento volvieron a salpicar al Presidente ruso, Vladimir Putin, quien habría "probablemente" aprobado la ejecución de su asesinato.
Días antes de su agónica muerte, Litvinenko, de 44 años, llegó hasta el bar del hotel Millennium en la ciudad inglesa para reunirse con los agentes rusos Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun. En medio de conversaciones de negocios, ingirió una taza de té sin saber que estaba siendo envenenado con polonio radioactivo 210.
Poco después, ingresó al hospital con vómitos y dolor. Nunca se recuperó y tras fallecer, debió ser enterrado en un ataúd de plomo para evitar filtraciones radioactivas.
Un ex espía "traidor"
Litvinenko fue agente del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), el antiguo KGB soviético. Tras ser expulsado de dicho organismo y ser juzgado por abuso de poder, escapó ilegalmente de su país y fue considerado "traidor". Se refugió en el Reino Unido junto a su esposa e hijo donde adquirió la nacionalidad británica y donde vivió varios años.
Antes de morir, el ex agente
escribió una carta de denuncia. En ella, acusaba al Presidente Vladimir Putin de estar detrás de su envenamiento y lo calificó de "brutal y despiadado".
"Usted puede tener éxito en silenciar a un hombre, pero los gritos de protestas de todas partes del mundo van a resonar, señor Putin, en sus oídos el resto de su vida. Que Dios lo perdone por lo que ha hecho, no sólo a mí, sino a la querida Rusia y a su pueblo", sentenció.
Manchado por la investigación
Desde antes de su salida de la agencia de inteligencia rusa, Litvinenko se transformó en un antagonista del Mandatario Ruso. Comenzó a emitir fuertes críticas en su contra y denunció públicamente un complot por parte del FSB para asesinar al magnate Boris Berezosvky, otro gran opositor de la política de Putin.
Tras escapar del organismo y situarse en Reino Unido como agente de los servicios de seguridad británicos, sus acusaciones y críticas en contra del jefe de Estado ruso aumentaron cada vez más. Hoy la investigación sobre su muerte mancha directamente a Valdimir Putin y al líder del FSB, Nikolai Patrushev.
"Tomando en cuenta toda la evidencia y análisis que se hizo disponible, encuentro que la operación de la FSB para matar a Litvinenko fue probablemente aprobada por Patrushev y también por el Presidente Putin", sostuvo el juez que presidió las indagaciones, Robert Owen agregando que la rivalidad entre el agente fallecido y el líder ruso "había sin dudas una dimensión personal".
"La conclusión de que el asesinato fue autorizado en los niveles más altos del Estado ruso es extremadamente preocupante", expresó por su parte Helen Bower, la vocera oficial del primer ministro del Reino Unido, aunque aseguró que no fue una sorpresa. "Lamentablemente, estos hallazgos confirman lo que nosotros y gobiernos previos ya sabíamos".
El gobierno ruso, sin embargo, aseguró que la investigación fue "sesgada políticamente" y careció de transparencia. Ante ello, medios rusos aseguraron que Moscú no aceptará el veredicto y advirtieron graves consecuencias en las relaciones bilaterales.
Aún así, bajo la ley británica las investigaciones que implican a otros Estados buscan esclarecer los hechos respecto a un suceso, pero en ningún caso resultan en condenas. Sobretodo cuando el Kremlin se ha negado a extraditar a los dos sospechosos y rechaza tajantemente cualquier relación con el ex espía asesinado.