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China cede a la presión internacional y deporta a activista sueco detenido

Peter Dahlin fue arrestado hace tres semanas tras ser acusado de ser un espía extranjero con el objetivo de desestabilizar el país.

26 de Enero de 2016 | 10:22 | EFE
BEIJING.- Tras emitir su supuesta confesión en televisión y mantenerlo tres semanas bajo arresto, China cedió a la presión internacional y deportó al sueco Peter Dahlin.

El deportado es el primer extranjero ligado a la defensa de los derechos humanos detenido en el país, tras ser acusado de un grave delito y expuesto a un juicio mediático.

Dahlin dejó Beijing este lunes, después de tres semanas en manos de las autoridades chinas, que le acusaron de ser una especie de espía extranjero con el objetivo de desestabilizar el país y atentar contra la seguridad del Estado.

La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying, confirmó este martes la deportación del activista, poco después de que la ministra de Exteriores sueca, Margot Wallström, confirmara que Dahlin había sido liberado.

La deportación se produjo, según un comunicado de Wallström, tras un "contacto frecuente entre el ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia y los representantes chinos", y después de que otras voces internacionales como el embajador de la Unión Europea (UE) en Beijing mostraran su preocupación por el caso.

Campaña de represión


Además de confirmar la "liberación", Estocolmo pidió que China aclare la situación de otro ciudadano de su país, Gui Minhai, librero de origen hongkonés que trabaja para una editorial que publica libros críticos con el régimen y que está en paradero desconocido, presuntamente en manos de las autoridades chinas.

Dahlin se ha visto envuelto en una insólita campaña de represión contra abogados de derechos humanos. El sueco es cofundador de la organización no gubernamental (ONG) China Action, una entidad que ayudó o colaboró con alguno de los letrados ahora perseguidos y otras personas, como académicos, para promover el Estado de Derecho en China.

Después de que el Gobierno chino detuviera, interrogara o "hiciera desaparecer" a más de 300 abogados el pasado julio, todavía una treintena de ellos continúa bajo algún tipo de arresto y Dahlin se sumó a la lista.

Las autoridades chinas acusaron al sueco de recibir dinero no declarado a través de su ONG y de llevar a cabo actividades irregulares en conexión con el bufete local Fengrui, perseguido por Beijing y conocido por defender importantes casos de derechos humanos.

Poco después, y sin que fuera arrestado oficialmente, Dahlin aparecía en el principal canal de televisión en China, CCTV, confesando sus delitos, en una práctica que el régimen ha convertido en habitual y que compañeros del sueco consideraron una "farsa".

"Su detención y su confesión televisada es, desde la perspectiva de las autoridades, la conexión perfecta con la historia inventada por el Gobierno sobre la mafia de abogados que utilizan dinero extranjero para minar al régimen", subrayó Maya Wang, investigadora de Human Rights Watch.

La historia de Dahlin en China también manda un mensaje al extranjero, dice por su parte Nicholas Bequelin, de Amnistía Internacional, que recuerda que toda esta situación se produce cuando Beijing prepara una polémica nueva ley para estrechar el control sobre ONG con financiación foránea.

"China envía una clara señal de que pretende cortar la financiación externa a ONG locales", señala.

Es el principio, dicen, de lo que está por llegar: una escalada de la represión que ya no diferencia entre chinos o extranjeros.
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