WASHINGTON.- En medio de su capaña electoral, Donald Trump prometió que de ser presidente de EE.UU. construirá un muro a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México para impedir la migración irregular. Pero la iterrogante sigue siendo si podrá cumplirla.
Levantar el muro, una iniciativa muy festejada en los actos de campaña del magnate, que busca la candidatura presidencial republicana, es una empresa compleja y rodeada de dificultades. En su camino se alzan numerosos obstáculos burocráticos, diplomáticos, ambientales, monetarios y logísticos.
Y más aún cuando se pretende obligar al Gobierno mexicano a pagar la factura, pues su presidente ha rechazado de plano esa posibilidad.
Pero no es la primera vez que se intenta construir una barrera física entre México y Estados Unidos. Durante el segundo mandato del ex Presidente George W. Bush, el Congreso autorizó 1.200 millones de dólares para construir varias millas de cerca doble.
Sin embargo, el gobierno afrontó un sinfín de obstáculos. Propietarios privados que rechazaban las ofertas de compra de terreno, preocupaciones ambientales y demandas.
Actualmente existen 1.046 kilómetros de una barrera en la zona fronteriza, lo que incluye un valla de acero de 4 metros de altura en muchas zonas urbanas, diseñada para detener o reducir el número de personas que cruzan, así como barreras para vehículos, postes de acero más cortos llenos de cemento y plantados en el suelo.
Construir aquello ya fue un desafío, y un nuevo muro más alto como el que quiere Trump afrontaría sin duda la misma oposición, si no más.
Barreras demográficas
Un acuerdo de fronteras de 1970 regula la construcción de estructuras a lo largo de los ríos Colorado y Bravo en la frontera mexicana. El texto indica que las estructuras no pueden perturbar el flujo de los ríos, que pasan por Texas y Arizona, definiendo la frontera entre ambos países, la Comisión Internacional de Fronteras y Agua.
Trump dijo que su muro no tendría que cubrir los 3.379 kilómetros de la frontera, pero aunque se excluyan los tramos bloqueados por accidentes geográficos, sigue habiendo graves problemas.
En algunos lugares, las obligaciones del tratado y las zonas de inundación designadas en el río requerirían levantar el muro bien entrado el territorio estadounidense.
Además de crear una especie de tierra de nadie entre el muro y la frontera real, un gobierno o el otro tendría que comprar grandes extensiones de propiedad privada, así como tierras indígenas.
En zonas donde la frontera es tierra seca en New Mexico, habría que construir estructuras para que el muro no obstruya rutas de paso naturales ni provoque inundaciones, lo que puede implicar un alto costo.
Medio ambiente
También existe la problemática que implica para estas construcciones la conservación del medio ambiente. Grupos como Defenders of Wildlife y el Sierra Club presentaron demandas por algunos tramos de la barrera parcial que existe actualmente.
En diversos tramos de la frontera de California pueden encontrarse un total de 18 especies protegidas a nivel federal y en Arizona viven al menos 39 clasificadas como amenazadas, en peligro o aspirantes a obtener protección, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos.
Caos diplomático y altos costos
Muchas organizaciones que monitorean datos han cuestionado la estimación de Trump sobre que el muro podría construirse por entre 10.000 y 12.000 millones de dólares. Y han rechazado su afirmación de que podría financiarse reduciendo el déficit fiscal de Estados Unidos con México.
Cifras proporcionadas por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y el Servicio de Investigación del Congreso indican que el precio total de la actual barrera de 650 millas fue de 7.000 millones de dólares. Y eso no incluye el mantenimiento.
Trump ha insistido en que México pagará el muro con comisiones sobre el dinero que los migrantes envían a sus familias, con aranceles o por otros medios. Dichas comisiones provocarían la molestia de los ciudadanos y probablemente los aranceles chocarían con el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio. En definitiva, el costo de tales impuestos también repercutiría en los consumidores estadounidenses.
Conseguir que el Gobierno mexicano pague la obra directamente es casi con certeza una ilusión. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, dijo el lunes que no había ninguna situación en la que México pudiera pagar el muro, y comparó la retórica de Trump con la de Hitler o Mussolini.
Asimismo, este miércoles, un grupo de miembros de una comunidad nacional republicana sobre seguridad, entre los que se encontraban ex miembros del Gobierno, criticó duramente la idea.
"Controlar nuestra frontera y evitar la inmigración ilegal es un tema serio, pero su insistencia de que México financie un muro en la frontera sur aviva pasiones de escasa ayuda y se basa en una absoluta malinterpretación y el desdén sobre nuestro vecino del sur", indicaron en una carta abierta.
De esta forma, Trump podría construir un muro, pero sólo si antes logra sortear una serie de obstáculos diplomáticos, económicos y geográficos que hacen en exceso difícil la implementación de su promesa de campaña.