SAO PAULO.- Una semana caótica ha vivido el oficilismo brasileño. Esta vez, la polémica sigue repercutiendo en la presidenta Dilma Rousseff, ya que aseguró este viernes que no renunciará a pesar de la creciente presión para que lo haga. Además, sostuvo que no hay una justificación legal que respalde los intentos de impugnarla.
La mandataria se enfrenta a un juicio político por supuesta mala administración fiscal, mientras que el Tribunal Supremo Electoral sopesa posibles irregularidades de financiación de campaña que podrían terminar anulando su reelección en 2014.
Aseguró que la gente no debe exigir la renuncia de un presidente elegido sin evidencia concreta de que ella haya violado la constitución. "Si no hay ninguna razón para hacerlo, no voy a renunciar", manifestó.
A una pregunta sobre recientes reportes de la prensa de que ella podría nombrar al ex presidente Lula da Silva a un cargo ministerial para protegerle de posible juicio por cargos de corrupción y lavado de dinero, Rousseff dijo que estaría "extremamente orgullosa" de tener a Silva en su gobierno. "Pero no voy a discutir con ustedes si él va a ser o no parte del gobierno", dijo.
De acuerdo con la ley brasileña, solamente la Corte Suprema puede autorizar la investigación, encarcelamiento y juicio a miembros del gabinete.
La semana pasada,
la policía federal interrogó a Lula como parte de la investigación sobre actos de corrupción que involucran a la petrolera estatal Petrobras y a algunos de los principales políticos y empresarios del país.
Lula gobernó dese el 2003 hasta el 2010. Pese a un escándalo de sobornos por votos que involucró a su jefe de despacho y otros allegados, Da Silva concluyó su mandato con niveles de popularidad récord, y su sucesora, Roussef, ganó fácilmente la presidencia.