BRASILIA.- En el marco de la crisis política que afecta a Brasil, el vicepresidente, Michel Temer, se vio involucrado en la orden que el magistrado Marco Aurélio Mello anunció esta semana sobre abrir un proceso de juicio político por tener las "mismas responsabilidades" que la Presidenta Dilma Rousseff en relación a las decisiones económicas que afectan hoy al país.
El segundo al mando admitió sentirse agredido "profesional y moralmente", y que le sorprendió "enormemente" porque él siempre se comportó "en obediencia absoluta al orden jurídico".
"Quedé espantado, en el plano político, con la medida cautelar concedida por el magistrado Marco Aurelio Mello", escribió Temer en su cuenta oficial en Twitter.
En su opinión, el pedido de un juicio político en su contra es "una campaña nítida y deliberada" en su contra, con el supuesto propósito de llevarle a una "pelea callejera" en la que aseguró que no se quiere meter.
Mello ordenó este martes que la Cámara de Diputados de inicio a los trámites para un juicio político con fines destituyentes contra Temer. Esa denuncia sostiene que Temer firmó cuatro de los decretos que facilitaron unas maniobras contables para maquillar los resultados del Gobierno en los últimos dos años.
Según Temer, el Tribunal de Cuentas ha dictaminado que los decretos que él firmó están "dentro de la ley presupuestaria".
El presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, que en diciembre pasado aceptó iniciar el trámite para un juicio político contra Rousseff, se negó sin embargo, en la misma época, a aceptar las acusaciones contra Temer.
Mello también determinó que se instale una comisión especial en la Cámara de Diputados, bajo el mismo molde de la ya designada para analizar las acusaciones contra Rousseff, pero centrada en el caso del vicepresidente.
Temer, primero en la línea de sucesión y quien asumiría el poder en caso de que Rousseff sea destituida, tiene las relaciones con la mandataria completamente congeladas, sobre todo después de que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que él preside, anunció la semana pasada su ruptura con el Gobierno.
La formación rompió la semana pasada su alianza con el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff y salió de la coalición de gobierno, asumiendo la bandera de la destitución de la presidenta, que colocaría a Temer en el poder hasta el final del mandato en 2018. Pero no hay plazos para su conformación, y los líderes podrían no postular diputados para integrarla en el corto plazo, dilatando el proceso.