PYONGYANG.- Corea del Norte abrió este viernes su primera gran asamblea política en 36 años con el congreso del partido único en el poder, que debe consagrar al líder norcoreano Kim Jong-un, en un contexto de un eventual ensayo nuclear.
Miles de delegados escogidos con esmero llegaron a Pyongyang desde todo el país para asistir a este encuentro excepcional del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC), en el imponente Palacio del 25 de abril.
Kim Jong-Un, de 33 años, aún no había nacido cuando tuvo lugar el último congreso, en 1980, y que consagró a su padre Kim Jong-Il como heredero de este régimen dinástico fundado por su abuelo Kim Il-Sung hace casi 70 años.
El líder norcoreano pronunciará un discurso muy esperado durante la apertura del congreso, que los observadores analizarán de cerca para detectar posibles cambios de la línea política o reajustes en la élite del poder.
La reunión del viernes parece a todas luces haber comenzado, pero el centenar de periodistas extranjeros invitados a cubrir el acontecimiento no estaban autorizados a penetrar en el interior del edificio, cuya fachada estaba decorada con retratos gigantes de los dos dirigentes fallecidos.
Fotógrafos y cámaras permanecían a 200 metros del recinto. Y la televisión oficial norcoreana se abstuvo de cubrir en directo el congreso, consagrando la programación de la mañana a imágenes de archivo sobre las proezas del partido.
Fiesta de la propaganda
No se han difundido detalles sobre la reunión, ni tampoco sobre su duración. Pero su principal objetivo será cimentar formalmente la condición de Kim Jong-Un como líder supremo e incuestionable de Corea del Norte.
Está previsto que el congreso confirme, como doctrina del país, la estrategia del "byungjin" iniciada por Kim Jong-Un, que consiste en llevar a cabo al mismo tiempo el desarrollo económico y los programas nucleares y balísticos.
Con motivo del congreso, las banderas del PTC y de Corea del Norte decoran las largas avenidas de Pyongyang. "Los grandes camaradas Kim Il-Sung y Kim Jong-Il siempre estarán entre nosotros", rezan las pancartas que también decoran la capital.
"Defender el cuartel general de la revolución coreana hasta la muerte", proclama otra pancarta.
Desde la llegada al poder del joven dirigente en diciembre de 2011, tras la muerte de su padre, Corea del Norte ha efectuado dos ensayos nucleares y dos disparos exitosos de cohetes, considerados por la comunidad internacional como ensayos disimulados de misiles balísticos.
Mientras la comunidad internacional multiplica las sanciones contra el país, Kim Jong-Un prosigue con sus esfuerzos para fomentar una disuasión nuclear creíble, gracias a múltiples pruebas de misiles y a ensayos técnicos complementarios.
Los expertos especulan sobre un posible quinto ensayo nuclear de Pyongyang, durante el congreso, para reafirmar ante el mundo su estatuto de potencia nuclear.
Horas antes del inicio del encuentro, la Comisión para la Reunificación Pacífica de Corea del Norte, publicó un comunicado reivindicando con orgullo este estatuto. "Nuestro estatuto de Estado nuclear dotado de la bomba H no podrá modificarse, poco importa si alguien lo reconoce o no", afirmó.
'Trabajo forzado'
Los especialistas del Instituto norteamericano-coreano de la Universidad Johns-Hopkins dijeron sin embargo el jueves que, según las últimas imágenes satelitales del principal sitio norcoreano de ensayos nucleares, ubicado en Punggye-ri, nada permite pronunciarse sobre si la prueba se llevará a cabo o no.
El gobierno surcoreano estima, por su parte, que el Norte está dispuesto a llevar a cabo un ensayo, incluso durante el congreso.
Según las autoridades surcoreanas, esta asamblea política debería durar cuatro días, el primero de ellos consagrado al discurso de Kim Jong-Un y a un largo informe sobre las acciones del partido.
La televisión oficial norcoreana avanzó el carácter del congreso. Una presentadora expresaba la "mayor gratitud" de los norcoreanos hacia Kim Jong-Un por haber organizado este "gran festival político".
Respecto a las élites, el congreso deberá suponer cambios importantes con el ascenso de una nueva generación de altos cargos, escogidos por su lealtad hacia el líder norcoreano.
Los preparativos del congreso han movilizado a todo el país durante 70 días, campaña que la organización de defensa de derechos humanos Human Rights Watch ha calificado de "trabajo forzado".