WASHINGTON.- El virtual candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, cortejó hoy el voto de la derecha religiosa en un multitudinario encuentro con evangélicos en Washington en el que defendió el matrimonio, la familia y el derecho de los religiosos a hablar de política desde el púlpito.
"Protegeremos el derecho de las iglesias a expresar sus opiniones sobre asuntos políticos, libres de cualquier tipo de intimidación", prometió Trump en un inusual discurso con el que trató de conquistar a los evangélicos, una parte importante del ala conservadora del Partido Republicano desde la década de los años ochenta del pasado siglo.
"Queremos mantener la santidad y dignidad de la vida", proclamó el magnate inmobiliario entre aplausos.
"El matrimonio y la familia son la piedra angular de la felicidad y el éxito, son muy importantes", aseguró Trump, divorciado dos veces y que durante mucho tiempo defendió el derecho de la mujer a decidir sobre el fin de su embarazo, aunque cambió de opinión durante la campaña de elecciones primarias.
El empresario neoyorquino se aleja del perfil preferido de los evangélicos, que durante el proceso de primarias apoyaron en masa al senador Ted Cruz, fiero opositor al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.
"Juntos, amigos, vamos a trazar un nuevo rumbo optimista para Estados Unidos. Vamos a poner a Estados Unidos en el primer lugar", prometió Trump, que ahora se enfrenta al reto de unir a los diferentes votantes republicanos para que acudan a las urnas en las elecciones del 8 de noviembre.
El multimillonario es presbiteriano, una doctrina protestante, y su vida no ha estado guiada por los principios cristianos conservadores, pero los evangélicos pueden encontrar un punto en común con él: la defensa de una escasa burocracia en favor del individualismo, bajos impuestos y el libre mercado.
"Las regulaciones, la burocracia, el control del Gobierno y las fronteras abiertas han destruido económicamente nuestras ciudades", aseguró Trump para cargar inmediatamente después contra Hillary Clinton, virtual nominada demócrata para la Casa Blanca, que ayer recibió el apoyo oficial del presidente de EE.UU., Barack Obama.
"Hillary tiene en su agenda los impuestos, ella quiere aumentar mucho los impuestos, muchísimo. Acostúmbrense a ello. Óiganlo. Ella quiere aumentar sus impuestos enormemente", clamó.
La audiencia despidió a Trump con aplausos y, aunque el candidato recibió muchas ovaciones, las opiniones eran dispares en los pasillos del hotel de Washington donde se celebró la reunión de uno de los mayores grupos de presión de los cristianos evangélicos, la Faith and Freedom Coalition (Coalición de la Fe y la Libertad).
"La corrección política todavía es importante. No porque seas el nominado o porque seas Donald Trump puedes decir lo que quieras. Debes de respetar a otras personas incluso si no estás de acuerdo con ellos", dijo a Efe Robert Bennett, un joven que trabaja en el Congreso de EE.UU. con un legislador de Idaho.
En opinión de Bennett, el empresario debe moderar sus comentarios para contar con el apoyo pleno del Partido Republicano, al que le incomodan los comentarios racistas del magnate neoyorquino.
El candidato, que quiere construir un muro entre México y EE.UU. para frenar la inmigración ilegal, ha centrado sus últimos ataques en el juez Gonzalo Curiel, estadounidense de padres mexicanos y que investiga por fraude a la Universidad Trump, que supuestamente presionaba a estudiantes para vender cursos sobre negocios inmobiliarios y finanzas.
No obstante, los comentarios de Trump no han enfurecido a todos los hispanos, como muestra Fredy Burgos, latino que ha apoyado al magnate desde el principio y que hoy acudió al evento cristiano.
"Trump es el único candidato que no está comprado y que no va a ser una muñeca en manos de los intereses de otros", opinó Burgos, un cristiano evangélico de 45 años, residente en Burke (Virginia) y que llegó a Estados Unidos procedente de Chile cuando tenía dos meses.
Para Burgos, las propuestas del magnate "no son racistas, sino que tratan de defender al país" y devolverle su gloria.
"Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo", repitió Trump durante el evento, invocando una figura mesiánica de libertador que puede cosechar grandes apoyos entre los evangélicos, según el analista político Steve Mitchell, quien ha estudiado el comportamiento electoral de ese grupo cristiano.
"Aunque ciertamente no es Cristo, Trump se percibe como fuerte y valiente; un líder que ayudará a los evangélicos a navegar en un mundo que creen que está a la deriva y difiere mucho de lo que quieren", analizó Mitchell en la web Real Clear Politics.
Los evangélicos son en su mayoría republicanos y, en las elecciones de 2008, casi 60 millones votaron por el republicano John McCain, que perdió frente a Obama.